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Maite SOROA | msoroa@gara.net

El puente de Ondarroa

El Estado donde se garantizan derechos y libertades, según el Parlamento de Gasteiz -qué vergüencita ajena le entró ayer a servidora- ordenó la detención de la vecina de Ondarroa y el PNV, presto, mandó a la Ertzaintza a «cumplir con su deber». Y luego cada cual contó la película como mejor le venía. En la mayoría de los casos, para intentar zurrar a los de siempre. Así, «La Razón» afirmaba en su primera página que «Bildu cruza la línea roja», y ya en el editorial señalaba que «sería un error abordar situaciones como las de Ondarroa y similares con respuestas de perfil bajo o desde una excepcionalidad jurídica. Si algo se ha demostrado desde los procesos de legalización ha sido que Bildu, Sortu y Amaiur utilizaron instrumentalmente una coyuntura y un discurso para recuperar espacios civiles y políticos desde los que poder erosionar y destruir la democracia. Las actuaciones de sus dirigentes, como la de Mintegi, refrendan a diario que los fallos del Tribunal Constitucional fueron una auténtica burla al Estado de Derecho, en general, y a las víctimas del terrorismo, en particular». Burla al Estado de Derecho es que al chiringuito que se montaron hace 35 años le llamen Estado de Derecho. Pero bueno, al menos esta vez no han escrito Mintegui. Algo es algo...

El editorial de «El Mundo» iba por la misma línea: «Los radicales y Bildu siguen retando al Estado». En el texto, el editorialista aseguraba que «el puente de Ondárroa (sic), como dijo el dirigente del PP Borja Semper, es todo un símbolo de la resistencia de los radicales a cruzar desde la orilla de la violencia y de la coacción a la del respeto a la legalidad y a las víctimas. Mientras no lo crucen, el Estado debe usar todos sus medios para combatirlos». Que el puente se Ondarroa -plaiko zubixe- se ha convertido en un símbolo no lo vamos a discutir aquí, pero una diría que las y los ondarrutarras no coinciden con el enfant terrible del PP. En el mismo diario, Victoria Prego, la del «a por ellos», cargaba contra la consejera de Seguridad por blandengue. Cosas veredes, que diría aquél. Para la plumilla, Beltrán de Heredia «no tuvo la altura política y profesional exigibles para impedir que esta exhibición de resistencia proetarra se haya prolongado durante cinco días». Probablemente a Prego le gustaría conducir un tanque. Aunque si conduce como escribe igual hubiera acabado en la ría.

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