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«Chaika» refleja las vidas extremas de los nuevos nómadas de las estepas siberianas

M.I. | DONOSTIA

«Chaika» es una coproducción entre la productora de Euskal Herria Kinoskopik y otras de los países del Este de Europa por los que ha transcurrido el rodaje. En el 2010, recibió el impulso del premio Eurimages al desarrollo de coproducciones europeas, dentro del Festival de Roma. Así ha podido completar Miguel Ángel Jiménez su segundo largometraje, después de debutar con «Ori», que ya rodó en Georgia.

El recorrido geográfico de «Chaika» es mucho más extenso, pues la historia se inicia en Kazajistán, se remonta al Mar del Japón y termina en las estepas siberianas. La narración es contada por el hijo de la protagonista, mediante un gran flash-back. Es la historia de una mujer kazaja que ejerció la prostitución a bordo de una barco-factoría. Allí conoció a un marinero, en compañía del cual emprendió un largo viaje que le conduciría hasta el duro invierno siberiano, en un territorio inhóspito donde la pareja intentará sobrevivir de la venta de la chatarra espacial caída en el lugar. Son personajes extremos que representan a los nuevos nómadas, gente que hace de la vida itinerante una razón para seguir adelante, a pesar de las dificultades que conlleva un tipo de subsistencia tan insegura. Estos nómadas prefieren permanecer en contacto con la naturaleza, practicando lo que mentes más acomodadas definiríamos como supervivencia.

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