Mikel INSAUSTI I Crítico cinematográfico
¿Cuánto cuesta ser un Gatsby?
Por más que el cineasta australiano Baz Luhrmann diga que la inspiración para adaptar la famosa novela de F. Scott Fitzgerald le vino durante un viaje en el Transiberiano, que suena muy cool, lo cierto es que detrás de una superproducción cinematográfica como «El gran Gatsby» hay un estudio de mercado, que indica la creciente atracción que el lujo y el derroche provocan en tiempos de crisis económica. Es un conocido factor sicológico derivado de la escasez y que fue magníficamente ilustrado durante la posguerra en los tebeos de Carpanta, personaje hambriento que soñaba con pollos y jamones.
Soñar es gratis, pero no está de más saber cuánto podría costar vivir a la manera de Gatsby. Una publicación especializada en economía ha hecho el cálculo con bastante exactitud, estableciendo una cifra total de 34,3 millones de dólares. El desglose es el siguiente: mansión, 30 millones; hidroavión, 2 millones; roll-Royce, 398.790; dos lanchas, 200.000; camioneta invitados, 100.000; vestuario, 470.610; mantenimiento del jardín, 20.000; servicio, 800.000; fiestas quincenales, 250.000; y compra semanal, 81.300.
Tanto número me produce dolor de cabeza, con el agravante de que el astronómico cálculo me pilla en plena declaración de la renta. El dinero ensucia las manos y confunde la mente, a no ser que tengas por ojos una máquina registradora como el tío Gilito de Disney. Lo bonito del cine es que cuando ves a los personajes de ficción consumiendo sin límite, nunca se meten la mano en el bolsillo para pagar la cuenta, porque queda feo hablar del vil metal.