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Mikel Jauregi | Periodista

Algo hacemos mal

Algo estamos haciendo mal, rematadamente mal, para que un cabrón se crea, aunque sea por un par de milésimas de segundo de su miserable vida, en el derecho de matar a una mujer por el mero hecho de... ¿ser mujer?

Algo estamos haciendo mal, rematadamente mal, para que una serie de cretinos a los que nadie ha elegido y nadie puede poner caras ni nombres -no existe prueba gráfica de ninguna de sus visitas a Dublín, Lisboa, Atenas, Roma y Madrid- marque los designios de nuestras vidas. La troika le dicen.

Algo estamos haciendo mal, rematadamente mal, para que otro grupo de cretinos -estos sí tienen rostro, nombre y apellidos- apliquen sin rechistar, aunque sin poder mirar a los ojos de sus asustados conciudadanos, todas y cada una de las draconianas medidas adoptadas por sus anónimos compinches.

Algo estamos haciendo mal, rematadamente mal, para tener que aguantar a un señor que se aparece como el único «salvador [posible] de la Patria», el superhéroe que lanza un «volveré» al ruedo político si la responsabilidad así se lo reclama, el ser intocable que amenaza con destruir a todo aquel que ose apuntar la posibilidad de que su paso por la política no fue tan ejemplar como se pregonaba.

Algo estamos haciendo mal, rematadamente mal, para que el precio del litro de combustible aumente ocho céntimos en cuatro días sin que medie una guerra cuasi mundial.

Algo estamos haciendo mal, rematadamente mal, para que la letra de «This land is your land», escrita en un ya lejano 1940, mantenga toda su vigencia y aún tengamos que preguntarnos si el pedazo de terruño que pisamos (sea en Alabama, Delhi, Belo Horizonte, Ciudad del Cabo, Grozny, Salamanca o Iruñea) también es nuestro, tuyo y mío, y no solo de quienes colocan allí y aquí carteles de «Propiedad privada».

Y hablando del gran Woody Guthrie, una pregunta: en el caso de que aún viviera, ¿sentiría la necesidad de hacer frente al fascismo, en todas sus vertientes, y de llevar la misma inscripción que lució en su guitarra en la primera mitad del siglo XX, aquella que advertía «This machine kills fascists»? En caso de respuesta afirmativa, decididamente algo estamos haciendo mal, rematadamente mal.

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