La batalla por la ciudad fronteriza de Qusair tenía todos los ingredientes de una tragedia total: miles de civiles atrapados sin comida ni medicinas; rebeldes que resisten, superados en numero y armamento, durante semanas; la paralizante comprensión de que el resultado final no será una Siria liberada, sino una dividida.(...)

Puede haber años de guerra por venir. Porque si bien la caída de la ciudad representa un duro golpe para los rebeldes, no constituye, de por sí, un punto de inflexión. (...)

El péndulo de la guerra sigue oscilando. Hace dos meses, los líderes de la oposición siria en Estambul y Doha predijeron confiados un asalto final sobre Damasco. Fueron escuchados, se les consideraba en posición ascendente. Ahora, el péndulo ha oscilado de vuelta cuando las fuerzas de Assad se han reagrupado. Pero los hechos estratégicos permanecen sin cambios. (...) El combate se ha convertido en sectario. Cuando termine, habrá nuevos enclaves y fronteras.(...)

(...) Londres y París deberían reflexionar sobre qué alternativa creíble hay ahora a la del esfuerzo diplomático de sentar a todas las partes en la mesa de Ginebra.

Forzar el final del embargo de armas de la UE tiene poco sentido estratégico. Es poco probable que cambie, como se ha dicho, el equilibrio de poder entre los distintos grupos rebeldes. Pero es cierto que asegura la continuidad del envío de armas pesadas para Assad. Los misiles antiaéreos S-300 no son las únicas armas que Rusia suministrará.(...)

El rearme en Siria no es un juego que Gran Bretaña y Francia pueden ganar.(...) ¿Por qué echar más gasolina al fuego iba a incentivar a cualquiera de las partes a extinguirlo? Todos los esfuerzos deben dirigirse a la preparación de la mejor posición negociadora para los rebeldes sirios. Por el momento, los dirigentes rebeldes se niegan a unirse y su posición negociadora empeora mes a mes.