Mikel INSAUSTI

El cine alemán es el que más se ocupa del público infantil, por eso no debe extrañar que hayan sido los primeros en adaptar para la pantalla grande la famosa saga de la escritora inglesa Enid Blyton, coincidiendo con el 70 Aniversario de su creación. Ya en los años 90 hicieron una prolongación de la conocida serie televisiva nacida dos décadas antes, y que no han olvidado, en vista de que esta película distribuida como «Las aventuras de Los Cinco» incluye un cameo de Marcus Harris, actor que intervino en la serie original. En Alemania ha sido vista por más de un millón de espectadores, y este mismo año se ha estrenado su continuación «Fünf freunde 2».

El producto en sí me parece tan inteligente como respetuoso, porque no desdeña el toque nostálgico para los adultos, combinándolo con una oportuna actualización de cara a las nuevas generaciones de niños y niñas. La puesta al día dota a la obra de un contenido progresista, de acuerdo con la mentalidad anti-sistema. Los policías son los malos de la función, a la vez que el invento del tío Quentin utiliza la fotosíntesis de las plantas para obtener una nueva fuente de energía alternativa, lo que desata una reacción por parte de las multinacionales del petróleo para evitar su salida al mercado.

Un tercer elemento actualizador, sin duda el más importante y destacado, es el de la libre opción sexual. El entorno familiar y de las amistades de Georgina aprenderá a respetar su decisión de ser llamada George, porque se siente en realidad como un chico, lo que queda bien claro desde el prólogo en que aparece golpeando un saco de boxeo. En cuanto comienza la acción, le recrimina a la pequeña Anne que se quede atrás en las carreras en bicicleta, debido a los incómodos y poco prácticos vestidos con falda que lleva. A partir de ese preciso instante la veremos con pantalones.

La manifiesta universalidad de «Las aventuras de Los Cinco» se conjuga con un bagaje cultural propio, muy reconocible en el sentido del humor. La influencia nórdica en las películas centroeuropeas infantiles sigue estando marcada por el fenómeno «Pippi Langstrumpf», reconocible en la escena del calcetín en la boca.