Raimundo Fitero
Borrador
Eso sí, cambian, innovan, mantienen contradicciones de índole mágico como cuando el señor que fuma puros se le llena el frenillo diciendo que estamos a punto de salir de este «crecimiento negativo». No es que sea un oxímoron, es que es una aberración, una manera de volver loca a la realidad y de paso llevarse por delante la salud idiomática de los que le escuchan. Los suyos, ahora legión en los medios paniaguados, le aplauden y le siguen la corriente. Hasta que aparezca otro error del FMI para desmentir toda la propaganda actual.
Pero lo que más duele, y al hilo del asesinato de un joven francés, es que se le califique de miembro de la «extrema izquierda», lo que viene muy bien para justificar la agresión de los miembros de la «extrema derecha», y así queda la atrocidad un poco más compensada. Este es el lenguaje de las cloacas del estado, de los ministerios de interior donde manejan estos conceptos y les dan aliento a los grupos más fascistas. Porque además se hace la calificación por el simple hecho de ser alguien que se declara «antifascista». De lo que se deduce que solamente están contra el fascismo los de extrema izquierda. Por lo tanto, socialdemócratas, centristas, izquierda institucional, ven bien a los fascistas, que crecen y crecen, bien alimentados, y se manifiestan por platós, periódicos y calles con bastante impunidad.
Que se lo hagan mirar. No es una broma ni una cuestión de detalles. Es una táctica, quizás en fase de borrador, que están implantando de manera certera y continuada. No es una casualidad ni un desliz, sino una orden cumplida, una manera de robar terreno a la democracia más primaria.