RUGIDOS ROJIBLANCOS | Beñat ZARRABEITIA, Socio y periodista
Mila esker eta beti arte Marcelo!
La reacción de buena parte de socios y afición, plasmada durante los últimos minutos en San Mamés y su continuidad en las redes sociales, muestran que Bielsa ha dejado una profunda huella en el Athletic. Es el entrenador con mayúsculas para toda una generación que había vivido de recuerdos trasmitidos en casa, de pequeñas victorias en busca de una gloria inconclusa que nunca regresaba y de grandes sinsabores. Pero no solamente eso, el final de las excusas, el incremento del nivel de exigencia deportiva y el desafío permanente a la apatía le habían convertido en el antídoto contra algo tan peligroso como es la cultura continuada de la derrota.
Bielsa se va porque estaba sentenciado desde hace tiempo. No midió sus acciones todavía preso de la ansiedad por las dos finales perdidas en el tema de las obras, pero su pecado original no fue ni la agresión ni la autodenuncia. La `X' se la pusieron por sobresaltar la rutina complaciente de Lezama y ser capaz de señalar con el dedo los poderes fácticos y mediáticos del herrialde. Bielsa chocó de frente con aquellos que han hecho y han deshecho en Bizkaia con total fidelidad al carné de sus intereses, a los que acusó de buscar su beneficio propio y no el del Athletic. La forma de ser, transmitir y pensar de Bielsa ha conseguido conectar con la inmensa mayoría de la afición.
No cabe duda de que el Athletic es muchísimo más que Bielsa, existía antes con una historia gloriosa y las ilusiones se renovarán en cuanto el equipo vuelva a trabajar. Sin embargo, prescindir de él debía de haber ido acompañado al menos de una comparecencia conjunta, soportes comunicativos y visuales de agradecimiento, deseos de suerte mutua para el futuro y quizá hasta la entrega de la insignia de oro y brillantes por el trabajo en estas dos campañas. Y es que en 115 años solo dos entrenadores, Koldo Agirre y él, han sido capaces de llevar a los leones a una final europea.
Actualmente, la gran diferencia entre la hinchada del Athletic y su directiva es que la primera quiere soñar aun cayendo y la segunda depende en exceso de opiniones externas a las que no les gustan demasiado los sueños que no pueden controlar. Ha sido bonito mientras duró -inolvidable incluso- pero hay que mirar adelante y Valverde y su equipo merecen todo el apoyo. Están perfectamente capacitados y seguro que completarán una gran labor.
Ahora bien, dejando a un lado el ya manifestado aliento a los profesionales que van a llegar, es el momento de aplicar el sentido más crítico del «beti zurekin». Al Athletic nunca le va a faltar el apoyo de su afición, la mejor y más empática de largo en el campeonato. Sin embargo, eso no significa que se asuman con naturalidad o resignación decisiones que alejan al club de la visión que tienen la mayoría de sus hinchas de él y, además, lo acerquen al confort de intereses de otra índole. El Athletic es fuerte en la unión, pero únicamente será ganador si cree que puede serlo y se exija tanto como lo hacen los mejores. Y eso era precisamente lo que buscaba Marcelo Bielsa durante el tiempo que estuvo en Bilbo.