Campeonato Manomanista
Con la respuesta precisa
Físico, constancia y seriedad fueron los argumentos con los que Aimar Olaizola alcanzó su octava final.
OLAIZOLA II 22
URRUTIKOETXEA 12
Jon ORMAZABAL
Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo volverán a verse las caras en la que será la quinta final Manomanista entre ambos -2012, 2009, 2006 y 2005-, después de que el vigente campeón consiguiera ayer el pase al que será su octavo partido por la txapela más preciada, tras superar con solvencia y contundencia a Mikel Urrutikoetxea.
Al no haberse gustado en exceso con el gancho y el saque-remate, haber sido inferior a su rival en el peloteo en algunas fases del partido -sobre todo al comienzo del mismo- y no haber estado especialmente brillante, habrá quien vuelva a albergar algunas dudas en torno el estado del de Goizueta que, sin embargo, ayer volvió a realizar justamente aquello que necesitaba para llegar a 22.
Si hace quince días, ante Abel Barriola, tuvo que refugiarse en el saque-remate para hacer frente a un partido que se le había puesto francamente complicado, como siempre, Aimar Olaizola volvió a encontrar la respuesta precisa al golpe con el que Urrutikoetxea quiso poner en cuestión su superioridad.
Conociéndose bien como se conocen, Urrutikoetxea salió con la idea muy clara de evitar que entrara de aire, lo consiguió durante varios instantes, pero el campeón supo amoldarse, una vez más, al tipo de partido que más le convenía, superando al de Zaratamo por físico, constancia y saber arrimarle la pelota a pared izquierda.
Urrutikoetxea arrancó fuerte
Aunque podría pensarse que la presión por entrar en su primera gran final y el peso de la historia por poder devolver a un pelotari vizcaino a una final del Manomanista 31 años después podía pasar factura a un joven de 24 años, lo cierto es que, con la chapa que le dio el primer saque a su favor, Mikel Urrutikoetxea comenzó fuerte.
El primer tanto ya fue una declaración de intenciones del de Zaratamo, un tanto peloteado y bastante largo, en el que terminó imponiendo su mayor golpe. Ante un rival algo precipitado, que trataba de evitar el peloteo, esa fue la fórmula con la que adquirió sus primeras ventajas, 0-3 y 3-5, dando a muestras de que estaba dispuesto a dar ese salto definitivo en su carrera.
Sin embargo, lejos de desesperarse, Olaizola volvió a mirar hacia adentro, exigirse y su cuerpo le respondió una vez más. Superado el primer capítulo, el cansancio pareció pasar mucha mayor factura a Urrutikoetxea, la diferencia de golpe de los primeros tantos se equilibró con un Olaizola II más fresco que hace dos semanas en el Labrit y decidió el mayor oficio y cantidad de recursos del maestro.
El saque, cada vez más importante en este tipo de luchas individuales, fue un claro ejemplo de ello. Así, Mikel Urrutikoetxea recibió un golpe de esos llamados sicológicos al cometer una falta con 10-7 cuando podía volver a reengancharse, un regalo que Aimar Olaizola no desaprovechó para responderle con una tacada de ocho tantos seguidos.
Fue una fase en la que al de Zaratamo se le vio algo necesitado de fuelle, dejando de entrar a los restos de aire y renunciando al sotamano, un lujo que nadie se puede permitir.
Aunque tuvo su pequeña reacción, la final ya había tomado el camino más habitual en la última década, evidenciando el escalón que sigue existiendo entre Irujo-Aimar y el resto.
Aimar Olaizola y Martínez de Irujo se enfrentarán en la final por quinta vez en los últimos nueve años, demostrando el escalón que sigue habiendo entre ambos y el resto.
Laskoiti-Ibargarai se convirtieron en los primeros finalistas del Open Innternacional tras superar a Gaubeka-Larrinaga por 3-1 en Armintza. El otro billete se decidirá la próxima semana.