El presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo chino, Xi Jinping, concluyen ayer en California las conversaciones que, pese a la distensión mostrada, no presentaron avances inmediatos en los espinosos temas que enfrentan a sus países.

En un comunicado, ambos países se comprometieron a «un esfuerzo común contra el cambio climático, orientado más concretamente a los hydrofluorocarbones (HFC), de los gases industriales. Con una reunión bilateral de más de cinco horas en la noche y una cen ade trabajo el viernes y otra reunión de hora y media ayer en Rancho Mirage, Obama y Xi se comprometieron a sentar las bases para un «nuevo modelo» de relaciones.

Pero más allá de los gestos de amabilidad, los casos que perturban las relaciones entre China y Estados Unidos -feroces competidores económicos y geopolíticos, pero estrechos socios comerciales- no tardaron en surgir.

Aunque Estados Unidos ha denunciado operaciones masivas de robo de datos digitales, privados o gubernamentales, por parte de China, Obama fue cauteloso al pedir que se respeten «reglas comunes» por todos los países en un terreno «aún inexplorado» en materia de normas internacionales.

El presidente chino, por su parte, reconoció que este fenómeno constituía un problema, pero insistió en que su país también es víctima de ciberataques y habló de «malentendidos». Xi no respondió, no obstante, a la pregunta de un periodista estadounidense de si China era responsable de ataques digitales.