Carlos GIL

Propeller es una compañía compuesta únicamente por hombres que se dedica a ofrecer el repertorio de Shakespeare en propuestas actualizadas en el sentido dramatúrgico más moderno, pero manteniendo todos los componentes esenciales del original. Los textos se amoldan, se crea una supraestructura escénica, pero se hace de verdad, es decir con grandeza. No hay amaneramientos en los papeles femeninos, no hay aligeramiento en los versos, se trabaja en clave de comedia, hay una utilización de la música de manera ejemplar y todos asumen sus interpretaciones en la misma clave, es decir la misma escuela y con un nivel superior.

Esta sería la primera lección teatral, la de ver una compañía extensa, trabajando con un rigor extenuante, pero provocando una celebración de las dos comedias de Shakespeare, llevadas a una relectura, a un punto de vista que en el caso de “La fierecilla domada”, cuando el personaje central hace un discurso machista insultante, desde la puesta en escena se reprueba, todo el quipo de cómicos que le han hecho vivir en su borrachera un cuento, lo abandonan, lo dejan solo, no aceptan eso que en tiempos de Shakespeare no tenían el mismo valor que hoy.

Una energía teatral circulante, una homogeneización interpretativa sorprendente activa y reconfortante, una actitud frente a los textos reverente y creativa, dichos con una dicción nítida y, en este caso, con una sobretitulación competente, muy bien hecha y colocada a tiempo y por duplicado en unas pantallas incrustadas en el propio decorado.

Un decorado moderno, pero que servía para las dos obras. Un guiño a la época original, pero con una calidad estética y una utilidad muy palpable. Lo mismo que la dirección que ordena, aclara, potencia, sabe hacer juegos escénicos, suprimir espacios muertos, ligar todas las escenas con músicas y una sabiduría remarcable. Todo lo presenciado sobre la escena es de primer orden. Excelente. Todo es para aprender, para recordar que es posible un teatro actual basado en textos de antes, para lo que se necesita sabiduría, conocimiento y voluntad de hacerlo desde hoy para los públicos de hoy, el mayor respeto a los autores.

Y una última lección, textos largos, de más de dos horas, con intermedio. Pues la compañía en ellos canta fuera de la sala, hace un espectáculo con la intención de recoger dinero para una organización dedicada a combatir el cáncer.

Muchas lecciones teatrales, mucho placer teatral. Mucho teatro. Gran Teatro.