El expresidente sudafricano y líder de la lucha antiapartheid, Nelson Mandela, recibe cuidados intensivos en el hospital donde fue ingresado el sábado por una recaída de una infección pulmonar. Su estado continúa estable dentro de la gravedad, había anunciado poco antes el Gobierno sudafricano después de un silencio de 48 horas que preocupó al país.

El portavoz de la Presidencia y excompañero de celda de Mandela durante varios años, Mac Maharaj, informó el sábado por la mañana de la hospitalización del expresidente por una neumonía «grave», calificando por primera vez en esos términos su estado en el momento de anunciar su hospitalización.

«Hoy los médicos dicen que su condición no ha cambiado», señaló Maharaj.

El actual mandatario, Jacob Zuma, volvió a pedir ayer a sus compatriotas que «recen por Madiba -nombre del clan xhosa al que pertenece y con el que se le llama popularmente en su país- y su familia».

Mientras las plegarias por la salud de Mandela, de 94 años, se repiten, el círculo cercano a Madiba -ayer recibió la visita de su exesposa Winnie Madikizela-Mandela- y el país entero parecen haberse dado por vencidos y muestran pocas esperanzas.

«Mientras que el amado padre de nuestra nación sufre otra vez los achaques de la vejez en el hospital, nuestras oraciones son para su comodidad y dignidad», declaró el lunes el exarzobispo anglicano Desmond Tutú.

Algunas voces se han dejado oír inusualmente fuertes para decir que hasta los héroes tienen derecho a morir un día. «Ha llegado la hora de dejarlo partir. (...) Su familia debe dejarlo ahora, para que Dios pueda hacerlo a su manera», declaró Andrew Mlangeni, un compañero de lucha de Mandela.

La falta de información avivó los rumores y medios locales informaban ayer de que el Gobierno habría activado el fin de semana el protocolo para organi- zar el funeral de Madiba y que las embajadas y ejecutivos extranjeros trabajan ya en la confección de las delegaciones para un hipotético entierro inminente, indicaron a Efe fuentes diplomáticas latinoamericanas.

Se trata del cuarto ingreso hospitalario de Mandela desde diciembre por una recurrente infección pulmonar -el último, entre marzo y abril-, probablemente derivada de las secuelas de la tuberculosis que contrajo durante su estancia en la prisión de Robben Island, donde pasó 18 de los 27 años de cárcel picando piedras y respirando un polvo que dañó para siempre sus pulmones.