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Floren Aoiz | www.elomendia.com

El ataque de los zombis navarroespañolistas

Hoy por hoy, Yolanda Barcina es una zombi política cada vez más repelente. Amenaza con devorar a su propio partido y, aunque les ha costado, cada vez son más los que incluso en su guardia pretoriana se están preguntando si merece la pena seguirle el juego

El cerco judicial se estrecha sobre Yolanda Barcina y ella habla de ataques contra la identidad de Nafarroa. El truco ha sido usado tantas veces que recurren a él sin despeinarse. En cierto modo, se lo creen, porque ellas y ellos (no nosotras y nosotros) son Navarra, así que todo es muy sencillo, criticarlos es atacar a Nafarroa, denunciarlos es pretender destruir Nafarroa...

A estas alturas, la maniobra está muy clara. De nuevo vienen los vascos, esta vez disfrazados de perseguidores de la corrupción, para someter a Nafarroa a su pérfido plan expansionista. Barcina y el resto de coleguis de las dietas son mártires de la Navarra foral y española, en esta ocasión, víctimas del acoso de los enemigos de la democracia.

Para construir esta gran excusa exculpatoria, deben desnaturalizar las investigaciones judiciales realizadas por personas que nada tienen que ver con los enemigos políticos del navarroespañolismo. Para ello cuentan con la inestimable colaboración de la fiscalía y, por supuesto, «Diario de Navarra», siempre al pie del cañón cuando de lavar turbios asuntos se trata. Unos y otros intentarán a toda costa de hacer ver que se trata de una nueva conspiración abertzale para manchar la imagen de los paladines del navarroespañolismo.

La historia reciente nos invita a prestar atención a estas operaciones de encubrimiento. La lista de corruptos que ha logrado escabullirse es tan larga que deberíamos tomar muy en serio la capacidad del régimen para lavarse la cara y desactivar los escándalos que ponen en riesgo su credibilidad y legitimidad. Ya son perceptibles las presiones y jugarretas para dejar el caso en agua de borrajas y seguramente asistiremos a nuevos esfuerzos en esa dirección.

Sin embargo, esta vez no les va a resultar fácil, entre otras razones porque el descrédito no se limita a unas personas concretas, sino que se ha proyectado ya sobre el conjunto del régimen. El navarroespañolismo aparece así ligado a la corrupción, pero también a una imagen de agotamiento e incapacidad para representar las aspiraciones y necesidades de la sociedad. Algo huele a podrido en esta Navarra foral y española y el hedor es cada vez más difícil de ocultar por mucho que echen mano de carísimos perfumes adquiridos con el dinero que nos han birlado.

La cadena de seísmos políticos ha ido minando el régimen. Barcina, UPN y PSOE lo saben, pero tienen diferentes ideas a la hora de responder a esta crisis. Comparten el apego al tiempo pasado en el que han gozado de unas ventajas que temen perder, pero cada cual intentará primar sus propios intereses si la cosa se pone tan fea como esperan.

Hoy por hoy, Yolanda Barcina es una zombi política cada vez más repelente. Amenaza con devorar a su propio partido y, aunque les ha costado, cada vez son más los que incluso en su guardia pretoriana se están preguntando si merece la pena seguirle el juego.

¿Se extenderán los zombis contagiando su muerte política o alguien tendrá el valor de echarlos por la borda? Sea como sea, mejor no limitarse a asistir a este festival zombi como simples espectadores y espectadoras.

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