Pedro Usabiaga es un reconocido fotógrafo de profesión, pero no solo le gusta tomar fotos, sino todo el trabajo que está detrás de cada imagen Muestra de ello es la exposición «Un sueño de Balenciaga, el cine», comisariada para el Museo Balenciaga de Getaria (hasta el 13 de octubre) en la que se reúnen un centenar de imágenes de actrices con trabajos del modisto.

¿Qué es lo que se encuentra uno al ver esta exposición, que se sale de lo que ofrece habitualmente este museo?

Es un recorrido sobre la obra de Cristóbal Balenciaga en el cine. Hasta ahora se documentaban tres o cuatro películas, pero es una actividad que se ha desarrollado a lo largo de 25 películas y una docena de obras de teatro. Eso quiere decir que desde el año 36, que llega a París, hasta el años 68, prácticamente cada año hay una película o una obra de teatro. Así que su trabajo en el cine es considerable.

¿Ha sido difícil la labor de encontrar todas esas imágenes?

Sí, porque había muy poco material. Lo más difícil ha sido encontrar en foto fija la escena en la que aparece el vestido de Balenciaga en ciertas películas. Pero, por otra parte, ha sido enriquecedor, porque he visto muchos archivos que me han servido para poder hacer la exposición y un libro de 250 imágenes. Empecé a recopilar las fotos el año pasado. Hice el comisariado de la exposición de los 60 años de Zinemaldia, «Paseantes de Donostia», y cuando la terminé empecé esta. Ha sido duro conseguir las primeras imágenes; a partir de los años 50, aparecen más y ha sido más fácil.

¿Cómo se le ocurrió buscar qué películas vistió Balenciaga?

Hice la exposición de los 25 años de los Goya, que se vio el año pasado en el Kursaal, y uno de los personajes que tuve que entrevistar fue José Luis Borau, quien tenía una gran afinidad con Donostia y había ganado la Concha de Oro en el 75. Él tomó una foto de Conchita Montenegro, que fue una de las primeras actrices donostiarras que hizo una carrera internacional, y me dijo que a ella siempre la vestía Balenciaga en sus películas. Así, volviendo a casa, vine pensando en que sería bonito hacer una exposición contando todas las películas en las que aparecen vestidos de Balenciaga. Se lo propuse al museo y pensaron que era su propia esencia, porque su intención es dar a conocer aspectos desconocidos del modisto.

¿Hay alguna anécdota tras las fotografías?

Hay muchas. Por ejemplo, sobre «El ángel vestido de rojo», con Ava Gardner, de 1959. En esa época, para rodar en el Estado español había que presentar el guión a una junta de censura. Así que llegó Nunnally Johnson y quiso rodar en pleno centro de Madrid una película sobre la Guerra Civil que contaba una historia de amor entre una prostituta y un cura comunista. No la aceptaron y se fueron a Roma, donde ambientaron las calles como si fuera el Madrid ocupado. Ava Gardner quería salir en la película sucia y sin peinar, y el productor decidió que no, que Balenciaga debía vestirla. Le hizo un vestido muy exagerado y espectacular, porque se suponía que era una «pecadora».

Siendo fotógrafo de moda y cine, ¿no se ha sentido tentado de aportar su granito de arena?

En el catálogo hay algunas fotos mías. Por ejemplo, hay una de la actriz mexicana María Felix, una de las últimas que concedió. También hay un collage a partir de fotos de Sara Montiel. Pero a mí me gusta, en medio de mi trabajo como fotógrafo, meterme en cualquier archivo, me gusta remover negativos, retocarlos... suelo hacer uno o dos proyectos de este estilo al año, solo que este ha sido más extenso. Lo que menos me gusta es ir a las conferencias de prensa (ríe). Lo que me gusta es pasarme el día entero viendo el archivo del festival, y descubrir fotos y vestidos.

Siendo fotógrafo de cine, ¿cómo vive Zinemaldia?

Hago otros festivales, así que cuando llega el festival a muchos artistas ya los he fotografiado. Entonces, mi plan perfecto es levantarme pronto, i a ver la película de las 9.00, tomarme un pintxito por lo viejo, irme al Principal a las 16.00 con unos amigos... me gusta ver películas y vivir el festival. Y puntualmente, hago una sesión cortita.