Belako irrumpe en la escena con un disco y directo cautivador
Con dos maquetas urgentes y un disco surgido en el momento preciso, Belako se ha convertido en una de las formaciones más pujantes de la escena vasca. Con su agitado y dinámico directo ha convencido a un público que absorbe la propuesta con devoción y entusiasmo. Con el disco, «Belako», producido por Aitor Abio y editado por Gaua, el cuarteto de Mungia mantiene el aporte vitamínico y singular de su directo al que añade la precisión del estudio.
Pablo CABEZA | BILBO
En esta pequeña Euskal Herria, en general poco dada a las sorpresas, que aparezca una banda como Belako lo agradece tanto el ambiente musical como la propia historia. Son apuestas que desde el inicio sugieren, que desde los primeros días advierten de su potencial. En ocasiones, todo queda en un espejismo, por la razón que sea; sin embargo, en el caso de Belako las expectativas se han cumplido y mantenido.
Iñaki Billalabeitia, profesor en la facultad de Bellas Artes y Arantzi Uriarte, técnica de vídeo en EITB, son los padres de Josu Ximun y Lorea Nekane. Aunque son polivalentes el rol de cada uno en Belako se corresponde con la guitarra y el bajo. Del empeño musical de Iñaki y Arantzi a Josu y Lore no les queda otro camino que aprender música. «A mí -apunta Josu- me llevaron a la escuela de música siendo muy pequeño y sin darme cuenta. No me gustaba, pero no me dieron elección. Mi madre cree que la música te hace feliz y que los conocimientos musicales te acercan más a esta». Josu completa los cursos de lenguaje musical y ocho años de piano, pero percibe que no es el camino que más le motiva, no le va tocar una partitura, revisar piezas clásicas. Su padre le sugiere que pruebe otros métodos de enseñanza más actuales. Con 15 años se apunta a una academia que trabaja con el método Kodály, aquí continúa con el piano, pero en la academia Roland comienza a tocar la guitarra. Con las seis cuerdas se siente más motivado. Descubre canciones de Led Zeppelin, AC/DC, Stones... «La primera canción que saqué, con nueve años, fue una de Abba, pero lo que yo componía era bastante minimalista. Mi padre me decía que eran cosas al estilo de autores como Win Mertens o Philip Glass».
«Yo tenía la idea de que había perdido el tiempo durante toda mi adolescencia -recuerda Josu-, pero mi padre decía que la estaba pasando ahora. Iba a empezar en Bellas Artes y aita no dejaba de insistirme en que se me estaba haciendo tarde para formar un grupo y que me arrepentiría de ello toda la vida». Josu apunta que quizá carecía de espíritu emprendedor, pero que tras escuchar a unos primerizos Joy División, Ramones y Clash, que si ellos podían salir a escena para hacer eso, él también podía. En ese momento, con sus 17/18 años comienza a probar con amigos, bandas o experiencia de corte punk que no van a ningún lado. Josu no sabía que le esperaba Belako, otra forma de ver e interpretar la música.
Lore Nekane recibe las mismas sugerencias que su hermano para que estudie música. «Me han empujado a tenerla presente en mi vida. Comencé en la escuela de música con 5 años y con 8 estudiaba piano, aún sigo ahora con 18 tocándolo. A diferencia de mi hermano, a mí me gusta interpretar. Por cuestiones del grupo me toca apechugar con el bajo, que también mola».
Musicalmente el caso de Lore es diferente al de su hermano, tres años mayor que ella, pero la joven músico con 17 ya estaba en un escenario resolviendo las situaciones a pleno rendimiento. Lore señala como inductores de su afición por la música a su padre, su hermano y a Aitor Abio, el exteclista de LT y Matxura, a quien consideramos desde aquí un músico fundamental en el inicio de Belako y en el acabado tanto de las dos primeras demos como del disco debut. Nos consta su esfuerzo y aportación. Lore matiza: «Aitor siempre nos ha ayudado, nos ha animado y consiguió que diésemos nuestros primeros conciertillos prestándonos todo el material que hiciese falta. Y si no hubiese insistido en grabarnos la maqueta no estaríamos donde estamos».
Las cosas ha cambiado un poco actualmente, pero en la época de las maquetas la casa de los Billelabietia/Uriarte era algo especial. «Mi madre apechugaba con todos nosotros, aguantaba en casa a todo el grupo, no importaba que todos nos quedemos a dormir, a comer, a ensayar... Siempre había predis- posición».
Más dos
Belako se completa con Cristina Lizarraga (21 años) y Lander Zalakain (20 años), teclas/voz y batería; también han recibido desde pequeños clases de música, además de participar en un entorno musical. Cristina: «Recibí educación musical porque en mi casa siempre ha habido mucha pasión por la música y un piano de pared. Mis padres, Miguel, que toca el piano y canta en un coro, y Carmen, consideraban esencial que recibiera las nociones básicas de solfeo, coro y piano. Mi hermana mayor. Marta, también tomó clases de música. Ella es un fuerte apoyo, me ayuda en todo lo que puede. En mi casa siempre ha predominado la música clásica, con excepciones como Miles Davis, los Beatles, Jacques Brel, Bob Dylan o Simon and Garfunkel».
Los ídolos de Miguel son Bach, Karajan y The Beatles y los de Carmen Pavarotti, Elvis y Amy Winehouse. Con todo, «cada vez les gusta más lo que hacemos en Belako, y para mí eso significa muchísimo viniendo de mis aitas, que son más mayores que los del resto del grupo y con gustos más clásicos».
Pilar Martínez y José Ramón Zalakain son los padres de Lander. Por decisión de su ama comienza a recibir clases de piano y de solfeo. «Duré unos 5 años, pero sabía que no era lo mío», explica Lander. «Mi madre se llevó un disgusto bastante grande cuando dejé el piano, pero no cuando empecé a tocar la batería (al año de dejar el piano) ya que ama al principio se lo tomó a broma; todavía recuerdo el día en que se lo dije. Mi padre reía. Aunque en realidad tengo mucho que agradecer a mi ama, porque de alguna manera despertó en mí la pasión por la música, incluso por la clásica, ya que aunque sea raro también suelo escuchar a Bach». No obstante, los gustos musicales de Lander se los debe a su aita, profesor de inglés, quien ponía en casa discos de Joy Division, New Order, The Clash, The Cure, Led Zeppelin, The Who o REM.
«Al margen de la música -precisa Lander- les tengo que agradecer la paciencia que han tenido y siguen teniendo. No fue solo dejar el piano y el solfeo, coger la batería, sino tocar también la guitarra e integrarme en un grupo de Mungia».
«Cuando empecé en la banda me llevaba mi madre en coche (todavía no tengo carné), pero ahora es realmente una aventura ir: Tren desde Tolosa a Donostia, luego un bus desde Donostia a Bilbo, ya en Bilbo cojo el metro para encontrarme con Cris con quien voy hasta Mungia, pero cuando ella no está en Bilbo, pues un metro hasta Moyua, bus a Mungia y allí me recogen».
Los actuales Belako comienzan oficialmente la actual experiencia un 15 de mayo de 2011, con mucho prestado y pocas canciones. Tras el periodo de maquetas y reconocimientos: Radio 3, Gaztea y este mismo medio, tocaba el reto de trasladar todas las experiencia al disco debut en los notables estudios Gaua de Mungia y bajo la producción del inconmensurable Aitor Abio, pieza básica en el arranque de Belako.
Tras año y medio de conciertos de relevancia, unos más que otros, pero ya con repertorio y apuesta formal, Belako ha ido dejando una procesión de entusiastas seguidores de su sonido ochentero pasado por la luz ultravioleta del presente. Cuentan con una educación musical basada en los sonidos que sus aitas les colocaron de chicos, pero la dinámica de su vida es tan intensa y fogosa que son esponjas asimilando presente, sin obviar que Belako le debe mucho en teclados y estructuras a bandas como Joy División, New Order, The Cure o los más jóvenes Yeah Yeah Yeah.
En directo, el cuarteto es dinamismo sombrío, energía suelta y envoltura. Josu y Cris son los más animosos y efusivos. Cris puede resultar una tierna teclista, pero también una fiera tanto por sus brincos como por sus pasionales interpretaciones vocales. Esfuerzos de garganta que está aprendiendo a controlar ante la posibilidad de quebrar sus cuerdas. Con todo, cuenta para los temas tibios con una singular voz. Lore se monta su círculo satánico a la derecha del escenario. Al principio le dolían los dedos, mucho bajo para una joven pianista, pero casualmente el sonido de su bajo es parte del grueso de Belako, así como sus movimientos de melena y quietud. Josu no acapara protagonismo con su guitarra, la modera con mucha inteligencia. Lander es un joven de pegada segura con ojos de listo. Y entre unos y otros han completado uno de los debut más completos que uno recuerda en tantos y tantos años de dedicación a la escena. Con todo, y gracias a «Sea of confusion», con algún toque extra en los estribillos a lo Raveonettes, «Hounted house», «False step», «Southern sea (Beautiful world), el tema que más sendas les abrió, «Eurie», la melancolía de «Molly and Pete», su primer tema, «Monday» completan un álbum impecable. P.C.
«Como con el resto de los elementos que componen nuestras canciones, entendemos que se ven reflejadas tanto influencias del postpunk de los ochenta como influencias de los grupos que nos son contemporáneos», comenta Cris al analizar la dualidad del sonido Belako.
«A la hora de grabar, todo se divide en la parte que le corresponde a cada uno. Cada músico debe pulir su papel dentro de las canciones. Muchas nociones las aprendimos con Aitor Abio en el verano de 2012 grabando `Eurie'», perfila Cris.