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eldiario.es | Suso de Toro 2013/6/18

Qué se puede decir

En aquella época [el franquismo] en que el anciano criminal se extinguía y se presentía la crisis del Régimen, por mucho que se pinte de épica o de rosa de un lado o de otro, en la sociedad reinaba la angustia y un miedo ominoso. Miedo a los acontecimientos en la calle, a la violencia, muertes y a lo que haría el Ejército en cualquier momento; o mejor, a lo que volvería a hacer. El antifranquismo lo veía de otro modo, pero en realidad era una parte muy pequeña de la sociedad. (...)

¿Y en la España de ahora? ¿Cuánta gente echa de menos hoy a Franco? En caso de no mediar una guerra civil, que casi nadie desea, para conseguirlo, ¿cuántas personas aceptarían una vuelta de un régimen como aquel? No son mayoría, pero son una parte importante de la población, un núcleo duro que no se disolvió mágicamente con el paso de un par de generaciones. En cualquier caso, si observamos otras sociedades encontraremos un núcleo duro y oscuro semejante, aunque no tenga su origen en el franquismo y tenga otras tradiciones. Siempre habrá una parte de la sociedad alimentada con miedo y que tiene fe en el propio miedo, y que el resto del país justamente debe temer y vigilar.

La sociedad es otra, efectivamente, también desapareció el antifranquismo. (...) El antifranquismo no era un movimiento, pues se organizaba y se aglutinaba alrededor de organizaciones, dentro cabían ramas y posturas distintas, y aún enfrentadas, pero tenía ideología de izquierdas. Hoy eso no existe, tampoco.

La sociedad que ve de nuevo una crisis política y una crisis de todo no tiene organizaciones que presenten un plan de ruptura con el régimen político ni cuestionen el sistema económico o social. ¿Alguien está dispuesto a nacionalizar todo lo que privatizaron estas décadas: combustibles, telefonía, aeropuertos, transportes públicos...? ¿Alguien defiende la nacionalización de la banca? ¿La salida de la OTAN? ¿El ejercicio de la autodeterminación para las poblaciones que lo demanden? ¿La denuncia del Concordato? ¿El cierre del Valle de los Caídos, al menos?

(...) El malestar de unas generaciones o de un sector social se manifiesta en movimientos sociales, pero cuando realmente pretende cambiar la estructura política y social necesita la dureza de las organizaciones. Sin sindicatos, organizaciones sociales y políticas los movimientos lanzan golpes blandos y sin continuidad que el poder instituido encaja con disgusto pero con confianza.

Está claro que este Gobierno tiene confianza y hace lo que le da la gana, las reformas sociales y políticas más radicales desde hace décadas, y el cabreo de la población ofendida y lastimada no puede pararlo porque detrás tiene la verdadera fuerza, el verdadero poder, que aho

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