Nuevas protestas tras la oferta de diálogo y de pacto social de Rousseff
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, volvió a tender la mano a los manifestantes al ofrecer diálogo y un gran pacto social sobre los servicios públicos, pero no logró desactivar las protestas, que ayer congregaron de nuevo a decenas de miles de personas en las ciudades más importantes del país. Su discurso fue calificado de «superficial» por la oposición y fue recibido con escepticismo en las redes sociales.
GARA |
Organizaciones sociales de Brasil convocaron ayer nuevas protestas a través de las redes sociales en al menos doce ciudades para denunciar la pésima calidad de los servicios públicos, la corrupción y el ingente gasto público en los eventos deportivos en curso y futuros.
El pronunciamiento de la presidenta, Dilma Rousseff, para recoger las demandas populares y aplacar la tensión en la calle no tuvo éxito, aunque las protestas perdieron intensidad desde el jueves tras congregar a 1,2 millones de personas en un centenar de ciudades. El Movimiento Paso Libre, que lidera las manifestaciones que arrancaron en respuesta a la subida de las tarifas en el transporte público y demanda su gratuidad, aseguró que continuará con las protestas.
En una comparecencia televisiva, Rousseff anunció que se reunirá con los líderes de los movimientos que han convocado las protestas, que calificó de «democráticas», para escuchar sus demandas y aportaciones, al tiempo que reiteró su «enérgica condena» a la violencia.
Del mismo modo que pretende recibir a líderes de las protestas «pacíficas», indicó que se reunirá con las autoridades del Parlamento, del Poder Judicial, con gobernadores y alcaldes, a fin de lograr un «gran pacto» de cara a la elaboración de «plan nacional de movilidad urbana» sobre a la mejora de los servicios públicos.
En materia de salud, insistió en que su Gobierno se apresta a «traer de inmediato a miles de médicos del exterior para ampliar la atención», un objetivo rechazado por los colegios profesionales.
Asimismo, subrayó que ha enviado al Congreso una propuesta que plantea que el 100% de las regalías que generen las riquezas petroleras atesoradas en aguas profundas del Atlántico sean destinadas a la educación.
Reafirmó su decisión de que la corrupción sea combatida con el mayor rigor y también se pronunció a favor de una reforma política que «permita a los ciudadanos fiscalizar mejor a todos sus gobernantes».
Mensaje directo
No obstante, rechazó la condena que los manifestantes han hecho a todas las formas de política tradicional y a los partidos. Admitió que la política debe ser «oxigenada», pero advirtió de que «ningún país puede prescindir de partidos ni del voto popular».
Rousseff dijo ser «la presidenta de todos, los que se manifiestan y los que no» e indicó que el «mensaje de cambio» que «viene de las calles es directo» y debe ser escuchado, tal y como dijo el pasado martes, cuando se refirió por vez primera a las manifestaciones.
A su juicio, «si se aprovecha bien el impulso de esta energía podremos hacer mucho de lo que Brasil aún no ha hecho por problemas económicos o políticos».
También se refirió al gasto público en los grandes eventos deportivos previstos en el país. Aseguró que el dinero aportado por el Gobierno solo supone una «financiación» para las empresas que construyeron los estadios y que será devuelto. «Jamás permitiría que esos recursos salieran de las arcas del Gobierno», subrayó.
Su discurso fue recibido con escepticismo en las redes sociales, desde donde se reclamaba más concreción en la implementación de las propuestas planteadas. «Queremos una fecha. Las promesas no son suficientes», señalaban.
Las palabras de Rousseff tampoco convencieron a la oposición. El Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB) reclamó a la presidenta que reduzca el número de ministerios del Gobierno, un total de veinte, y destine el 10% de los recursos públicos a Sanidad. El Partido Demócrata (DEM) lamentó que su intervención, que tachó de «superficial», estuviera plagada de «obviedades».
La Central dos Trabalhadores e Trabalhadoras do Brasil (CTB), que junto al movimiento sindical brasileño apoya las manifestaciones que sacuden el país, se sumó el viernes al Movimiento Pase Libre al denunciar la infiltración de «las fuerzas oscuras de la derecha y de los medios de comunicación golpistas -liderados por la Red Globo-, que buscan manipular las manifestaciones espontáneas de las masas, imprimiéndoles un sentido político reaccionario con el objetivo de aislar y desmoralizar a los partidos y organizaciones progresistas, además de desestabilizar al Gobierno de Dilma Rousseff, abriendo el camino para un retroceso neoliberal».
La CTB incide en su comunicado en la necesidad de la movilización popular para que el país «avance hacia las transformaciones sociales más profundas reclamadas por el pueblo, con énfasis en los servicios esenciales como la salud, la educación, la vivienda, el transporte y las reivindicaciones justas de la clase trabajadora», pero alerta del «nuevo y peligroso rumbo» que la infiltración de «provocadores» de la derecha han imprimido al movimiento recurriendo a «la depredación, el vandalismo y la violencia gratuita para crear un clima de caos e ingobernabilidad».
«La derecha neoliberal, reiteradamente derrotada en las urnas, quiere pescar en aguas turbias, manipulando al movimiento espontáneo de las masas en un momento en que este se encuentra sin rumbo ni dirección», señala.
La CTB sostiene que los problemas sociales en Brasil son «gigantes» y demandan una solución urgente, a pesar de los avances de la última década, y aunque subraya que el movimiento sindical «no debe salir de las calles ni abdicar de la lucha» por un Brasil mejor, con más democracia, igualdad y justicia, rechaza ser «cómplice de los medios de comunicación golpistas». GARA
Más de 60.000 personas se manifestaron en Belo Horizonte, que ayer acogió un partido de la Copa Confederaciones. Se convocaron protestas también en Sao Paulo, Brasilia, Río de Janeiro, Fortaleza, Campo Grande, Bahía Curitiba y Boa Vista, entre otras ciudades.