Resulta difícil entender que Iñigo Urkullu y el PNV que, al menos desde que en agosto de 2012 se anunció la convocatoria de elecciones, sabían que estaba llamado a gobernar en esta legislatura, dejen pasar todo su primer año sin redactar un solo proyecto de ley de su programa. Hace mal el portavoz del Ejecutivo, Josu Erkoreka, en justificarse alegando la necesidad de una «planificación racional», puesto que un partido ganador y responsable debe llegar a la investidura con esa planificación hecha o por lo menos esbozada. Y hace peor en tratar de engañar a la ciudadanía asegurando que esa forma de actuar es la habitual, cuando los datos demuestran que todos los anteriores lehendakaris presentaron proyectos de ley en cada primer año de legislatura. Por cierto, no es la primera vez que Erkoreka atropella la verdad como táctica de defensa.

El calendario legislativo aprobado ayer por el Gobierno de Urkullu, que demora las primeras leyes hasta 2014, refleja que la decisión de gobernar en solitario adoptada por el PNV aduciendo, precisamente, la situación de urgencia del país, está suponiendo en realidad un lastre para la gobernabilidad de la CAV. El rechazo general al proyecto de presupuestos llevaron a Urkullu y al EBB a iniciar una búsqueda de acuerdos sólidos que debían haber acometido en noviembre con el interés y el mayor realismo que están mostrando ahora. Cabe decir que la arrogancia que se instaló en Sabin Etxea tras las elecciones está teniendo el coste de casi un año perdido para sus propios intereses.

En todo caso, un calendario legislativo ilustra sobre los objetivos de un gobierno tanto con los proyectos y las fechas que presenta como con aquellos que no recoge. Y es significativo que el PNV haya decidido «olvidar» la ley de participación ciudadana que regularía las consultas, la ley vasca de educación, la revisión de la ley de ordenación del territorio y la ley de comunicación audiovisual que incluyó en su programa electoral. Elementos claves para la construcción de país, que ahora se quedan en el cajón sin explicación alguna.