De la soledad del PP al pacto amplio entre aliados habituales
PP y PSOE sumaron anoche a PNV, CiU y UPyD al pacto suscrito la semana pasada para fijar posición común ante el Consejo Europeo de mañana. El texto no renuncia a las medidas de austeridad puestas en marcha hasta el momento pero defiende políticas de crecimiento. Fue avalado por el 90% del Congreso, no por Amaiur. P
Alberto PRADILLA
Faltaba un minuto para las 21.00 horas y Jesús Posada, presidente de la Cámara Baja, anunciaba lo que ya se conocía: unanimidad casi absoluta al apoyar la enmienda transaccional pactada entre PP, PSOE, PNV, CiU y UPyD sobre la posición común en el próximo Consejo Europeo que comienza mañana en Bruselas. En total, 292 votos a favor, 14 en contra y 4 abstenciones. Aplausos, satisfacción y algunos diputados casi abandonando el hemiciclo antes de pulsar el botón por última vez. «Todavía queda una votación», tenía que advertir Posada. Daba igual. Misión del día cumplida. PP y PSOE, que ya habían escenificado el pacto de Estado la semana pasada, habían tenido éxito al convencer a jelkides y catalanes, así como a la formación liderada por Rosa Díez. Nada que no se esperase, ya que, si bien hace dos semanas plantaron a los representantes de Génova y Ferraz por ser excluidos del acuerdo inicial, todos habían dejado clara su predisposición a sumarse al pacto.
«Sabemos que Europa se mueve muy lentamente, pero es muy importante que este mensaje le llegue desde el Congreso con un amplio acuerdo, no porque vaya a arreglar nada importante, sino para lanzar el mensaje de que hay un montón de grupos parlamentarios que están dispuestos a decirle que vaya cambiando para salir de la crisis». Pedro Azpiazu, portavoz del PNV, anunciaba así su aval al texto en una comparecencia conjunta junto a Josep Sánchez Llibre, de CiU.
Los dos coincidían en haber deseado «ir más allá» pero ponían por encima la «responsabilidad» de dos formaciones que dirigen el Gobierno de Lakua y la Generalitat. La «responsabilidad» de las grandes ocasiones. Porque, en el fondo, el texto aprobado por el Congreso apenas difiere del pactado entre PP y PSOE. Únicamente se añade la demanda de otorgar mayor capacidad de inversión del Banco Europeo de Inversiones a través de bonos (no los eurobonos que pedían jelkides y convergentes) y concreción en planes de empleo. Además, se defiende una adaptación de la consolidación fiscal (el término que esconde los recortes) al contexto económico.
«Incomprensible»
La imagen de ayer, como la fotografía de hace 15 días entre Alfonso Alonso y Soraya Rodríguez, era la del minipacto de Estado. Una cohesión lo suficientemente ambigua como para que, en cada discurso, los portavoces firmantes se permitiesen apuntarse el tanto. Alonso (PP), primero en tomar la palabra, apeló a la «posibilidad cierta de iniciar la recuperación», en la línea del mensaje que remarcan en los últimos días los ministros del Ejecutivo de Mariano Rajoy. Por su parte, Rodríguez (PSOE) reivindicaba que el acuerdo refleja las tesis de Ferraz hacia Europa, a quien se pide que afloje las políticas de austeridad. Lejos de allí, en el Club Siglo XXI, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero daba su aval al pactismo. Un capote a Alfredo Pérez Rubalcaba, cuya foto en Moncloa junto a Rajoy le costó críticas internas.
«Se trata de un pacto incomprensible desde el soberanismo y desde la izquierda», denunciaba Rafa Larreina, de Amaiur. «El bipartidismo se está hundiendo y lo quieren apuntalar», añadía José Luis Centella, de IU, que presentó una propuesta alternativa. Frente a la imagen de soledad y recurso al rodillo de la mayoría absoluta, Rajoy se apuntó ayer un tanto con una imagen de unanimidad que tratará de aprovechar en Europa.