Mohammed el Baradei, exjefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), fue nombrado ayer primer ministro de Egipto, tres días después de que el Ejército derrocara a Mohamed Morsi. Tras regresar a Egipto en 2010, apoyó activamente el levantamiento contra el dictador Hosni Mubarak en enero y febrero de 2011 y después ejerció una férrea oposición al Gobierno islamista de Mohamed Morsi.

A través de un comunicado en su página web, los Hermanos Musulmanes rechazaron este nombramiento por considerarlo un «premio» por su «papel en la planificación del golpe» militar que derrocó a Morsi.

La designación «se produce pese a que la historia de El Baradei está manchada con la sangre del hermano pueblo iraquí, al que hizo pedazos», remarcaron en referencia a su labor como director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), que coincidió con la invasión de Irak por Estados Unidos, en marzo de 2003. La formación islamista manifestó su temor a que «repita sus anteriores experiencias en Irak y encienda la discordia en Egipto».

En declaraciones a la agencia de noticias Reuters durante una concentración en el norte de la capital del país, un representante del Partido Justicia y Libertad (PJL), Farid Ismail, reiteró el rechazo de los Hermanos Musulmanes a «este golpe de Estado y todo lo que surja de él, incluyendo a el Baradei».

El grupo islamista Al Nur también mostró su malestar, pero en este caso por no haber sido informado previamente.

«Quien adoptó la decisión no ha tenido en consideración la difícil situación que atraviesa el país», precisó su portavoz Tarek Hasan, tras lamentar que su formación «no fuese informada» de la misma, pese a la existencia de un pacto por el que «el nombramiento del primer ministro debía ser por acuerdo». Al Nur había presentado dos candidatos «por la gran experiencia que poseen en asuntos de Gobierno»: Kamal al Ganzuri, primer ministro en dos ocasiones (entre 1996 y 1999 y tras la revolución, 2011-2012) y a Abdelaziz Hegazi, que dirigió el Gobierno de 1974 a 1975.

«Si las resoluciones se adoptan de forma unilateral, sin consultas o acuerdos, al contrario de lo que habíamos convenido con el ministro de Defensa Al Sisi, entonces todo acto tendrá sus consecuencias», advirtió Hasan, que es además secretario general de Al Nur en la ciudad costera de Alejandría. Advirtió que su movimiento no da «a nadie un cheque en blanco».

Por su parte, el ministro de Cultura, Ala Abdel Aziz, hizo pública ayer su dimisión. Afirmó que su «conciencia revolucionaria, su historia como figura independiente de la cultura y la creencia de su partido en la unidad árabe» no le permiten aceptar este «golpe de Estado» contra la legitimidad democrática.

En este agitado contexto, el influyente clérigo musulmán Yusef al Qaradawi, que preside la Federación Internacional de Clérigos Musulmanes, emitió una fatua o edicto religioso en el que instó a los egipcios a apoyar a Morsi y exigió a los militares que se aparten de la escena política. «El doctor Al Qaradawi ha dictado una fatua sobre la necesidad de apoyar al presidente egipcio democráticamente electo, Mohamed Morsi, y de mantener la Constitución y para pedir al jefe del Ejército, Abdelfata al Sisi y quienes están con él que se retiren para preservar la legitimidad y la democracia», señaló el comunicado publicado en la página web de Al Qaradawi. Aseguró que muchos de los doctores de la Universidad de Al Azhar, la principal institución religiosa egipcia, están de acuerdo con él.

Para hoy, los Hermanos Musulmanes han convocado una nueva jornada de protestas. Ayer, miles de personas se congregaron en la plaza Rabea al Adauiya, en el oeste de El Cairo, para condenar el golpe militar.

«Votamos por Morsi. Hubo gente que no le votó, pero la mayoría sí. Hay que respetarlo porque así es la democracia» dijo a Efe la profesora Lobna Abdelaziz. La situación era calma tensa después de que en la noche del viernes al sábado murieran 35 personas.