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Cornada cerca del corazón a una australiana para cerrar un año temible

Los encierros de 2012 dejaron solo un herido grave. Los de 2013 cierran con cinco graves y dos muy graves. Al gasteiztarra Jon Mendoza, aplastado en el montón y que evoluciona bien, se le sumó ayer una joven australiana de 23 años corneada en el tórax. Está estable, pero muy grave.

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Ramón SOLA | IRUÑEA

Pues ni con los Miura llegó a los encierros la calma perdida el día 11. Una joven austrialana de 23 años está muy grave, aunque estabilizada, tras sufrir una cornada apenas percibida pero brutal en la curva del callejón. Se la propinó «Mameluco», uno de los toros que en ese tramo se echaron contra el vallado por la mera inercia de su veloz carrera y se llevaron por delante a dos jóvenes y un mozo. La peor parada por este derrote seco fue una joven llegada a Iruñea desde las mismas antípodasa.

La embestida no alcanzó ningún órgano vital -estuvo cerca-  pero sí varios delicados. El asta entró por la espalda, por el hemitórax posterior derecho, provocando fracturas costales varias y sobre todo una afectación al lóbulo inferior derecho pulmonar. Si hubiera alcanzado el corazón, y no quedó muy lejos, pudiera haber sido mortal.

Tras la intervención quirúrgica correspondiente, su estado fue catalogado de muy grave, es decir, un grado que hasta ahora solo se había otorgado al joven de Gasteiz Jon Mendoza Ruiz, aplastado en el montón de la víspera. Es, por tanto, una cornada más preocupante aún que la propinada a un joven estadounidense en el costado el día 12, y por la que perdió el bazo. También supera en gravedad a las tres sufridas por el mozo castellonense embestido repetidamente en Estafeta ese mismo día por los toros de El Pilar. Por cierto, este ha evolucionado tan bien que ya el sábado fue dado de alta, aunque la noticia pasó desapercibida en un día con tantas atenciones y conmoción por lo ocurrido en la arena.

Doce años sin corneadas

No son frecuentes las cornadas a mujeres en los encierros, y el dato merece destacarse si se tiene en cuenta que el porcentaje de participación femenina está creciendo mucho (de hecho, en la secuencia de ayer se constata que de las cinco personas más cercanas a los toros en esta embestida, cuatro eran mujeres). Solo existen cuatro casos anteriores de cornadas, en 1990, 1991, 200o y 2001. Es decir, hacía doce años que una moza no era empitonada en los encierros. Todas han sido foráneas: de las cuatro anteriores, tres venían de Estados Unidos y otra de Noruega.

El resto de la carrera de ayer sí se atuvo al guión clásico de los Miura: rápido, limpio y con los toros juntos, a salvedad de uno que cayó al final de Estafeta y se quedó solo, pero no creó problemas. Otros cuatro corredores fueron trasladados al Complejo Hospitalario con diversos traumatismos. Uno de Madrid, A.M.L., de 23 años, por un golpe en la rodilla en el tramo de Espoz y Mina; J.B.G., de 25 años y de Barañáin, con contusión facial leve en el tramo de Mercaderes; un californiano de 39 años, H.W., con herida en el labio superior en el tramo de Estafeta; y A.A.O., de 21 años y de Uharte, con traumatismo maxilofacial en el Callejón.

Al margen de los golpes hubo varias sustos fuertes, provocados por la impericia de los humanos y no por que los toros les buscaran. En Estafeta se observaron varias carreras demasiado apuradas, probablemente porque los corredores no querían acabar el año sin darse un gustazo. Y ya en el ruedo, un joven que había caído se levantó ante la cara de la manada y el pitón le silbó en los oídos.

Con los Miura llegaron otro par de detalles para comentar. Hicieron honor a su habitual morfología, con dos bureles tremendos de 65o kilos, «Mascota» y «Jerezano». Los corredores de una conocida peña taurina decidieron homenajearles corriendo con chaqueta, a la antigua usanza, dando un toque más peculiar aún a la última carrera.

Jon Mendoza, consciente

Desde el Complejo Hospitalario llegaron, por otra parte, buenas noticias sobre la evolución de los heridos en el montón del sábado. A primera hora de la mañana, el doctor Javier Sesma daba a conocer que el joven de Gasteiz Jon Mendoza Ruiz, el que más preocupaba por el síndrome de asfixia por aplastamiento, experimentó una gran mejora en la noche del sábado. Recuperó la consciencia y fue extubado. En cualquier caso, es pronto aún para saber si sufrirá algún tipo de secuela por la falta de oxígeno.

La recuperación de todos los sentidos fue destacada especiamente por el galeno como un dato muy positivo. Mendoza tiene 19 años y es de Gasteiz, aunque al parecer estudia en Donostia. El joven irlandés de 28 años que le sucedió en gravedad también mejora, al igual que el resto de los envueltos en esa ratonera imprevista.

Sobra decir que ayer la puerta que provocó el montón, al cerrarse por la presión de la multitud de corredores, permaneció abierta en todo momento. Con ello la entrada en el ruedo se produjo del modo habitual, incluso más fluido que la media. No son pocos los corredores que admiten haberle cogido temor al tramo que se convirtió en infierno en la mañana del 13.

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