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rené gonzález | espía cubano, uno de los cinco presos, liberado

«No fui a Estados Unidos a combatir personas»

Después de protagonizar el vuelo quizás más arriesgado de su vida el 8 de diciembre de 1990, René González, agente de la Seguridad del Estado de Cuba, se infiltró en organizaciones estadounidenses contrarias al Gobierno cubano establecidas en Florida. Tras pasar 13 años en prisión en EEUU, ha regresado a la isla, pero cuatro compañeros suyos, continúan presos.

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Enrique OIJO-Arelys GARCÍA |

El 7 de octubre de 2011, René González salió en libertad vigilada por un plazo de tres años. El pasado 3 de mayo, el juez estadounidense Joan Lenard aceptó su permanencia en Cuba a cambio de que renunciara a su ciudadanía estadounidense, requisito que cumplió. En entrevista exclusiva con el periódico cubano «Escambray» y Radio Sancti Spíritus repasa su itinerario como agente de Seguridad del Estado cubano.

Antes de partir, le dejó a su esposa algo de dinero y la letra de una canción de Pablo Milanés. ¿Era un mensaje en clave?

Una de las cosas más difíciles de este tipo de misión es convencer a la gente que tú respetas de que eres un traidor. En todos estos años, las tareas más difíciles las cumplí en Cuba: renunciar al proceso del Partido (Comunista de Cuba) y robarme un avión.

¿Cuántas veces repasó el plan de secuestro del avión que lo llevó a Boca Chica, adonde llegó casi sin combustible?

Ninguna. En las condiciones en las que sucedió todo era imposible repasar ningún plan. Estábamos entrando en el período especial. Tenía que buscar el momento oportuno y sacarle el máximo; de ahí que llegara sin combustible. Probablemente, haya sido el vuelo más peligroso, más arriesgado, en mi vida.

Al llegar a Miami, afirmó en declaraciones a Radio Martí haberse sentido un verdadero Cristóbal Colón cuando vio los cayos al sur de la Florida. ¿Cómo se mete uno en el personaje de traidor y se hace creíble?

Me lo pregunté desde que me plantearon la misión; no creo que alguien pueda entrenarse para eso. Además, yo era todo lo contrario; nunca he sido un simulador. ¿Cuál es la clave? El sentido del deber; la satisfacción de engañar a alguien que quiere hacerle daño a mi pueblo, y a partir de ahí, a lo mejor intervienen ciertas características personales que te permiten hacerlo.

Recuerdo cuando conocí a Félix Rodríguez, «el Gato»; casualmente fue el día en que se creó Hermanos al Rescate. La víspera yo estaba en casa de un piloto que había secuestrado un avión en los años 60 y era jefe de un grupo denominado la CUPA (Cuban Pilots Association). Estando con él, lo llama Basulto (José) para informarle: «Oye, vamos a armar un grupo que se va a llamar Hermanos al Rescate, y haremos una conferencia de prensa en el aeropuerto de Miami». Y el hombre me invitó. Voy para allá y cuando entro por aquel salón me reciben: «¡Ahh! -me conocían del periódico-, el que se llevó un avión». Y así, de sopetón, me sueltan: «Mira, te presentamos a Félix Rodríguez, el hombre que mató al Che». No sé qué me pasó de pronto -fue un corrientazo-; saqué la mano y se la di: `no me digas, compadre, que tú eres el tipo'. Por dentro, me asombré: ¿Cómo es posible que haya podido hacer esto? Cuando salí, me dije: sirvo para esta tarea.

En mayo de 1991, entró en Hermanos al Rescate; sobrevoló La Habana con José Basulto, tiró panfletos. ¿Cómo llenarse de esa sangre fría para compartir cabina con semejante personaje?

No no fui a Estados Unidos a combatir personas; fui a combatir actividades que dañaban a Cuba, que podían causar perjuicios al pueblo cubano, a la propiedad, a nuestros dirigentes; fui a alertar al país sobre esas actividades. En esas circunstancias no puedes entrar mucho en el elemento personal.

Llevó a bordo a periodistas de canales como Univisión, que armaban su campaña anti-Cuba.

En su origen, Hermanos al Rescate fue, probablemente, una de las operaciones de guerra sicológica más bien montadas que haya habido. Se estructura sobre el tema de los balseros, un asunto complicado y fácil de manipular. La organización la fundan Basulto y un grupo de veteranos de Bahía de Cochinos, entrenados por la CIA en los años 60 en sabotajes, en infiltración y guerra sicológica.

Ellos vieron la posibilidad de utilizar el tema de los balseros para hacer una guerra sicológica en dos vías: por una parte, estimular en Cuba las salidas ilegales como una forma de desestabilizar a la sociedad cubana, y, por otra, proyectar hacia el exterior una imagen lo más negativa posible de Cuba, mostrando el infierno del que la gente se está yendo. Era una etapa muy propicia para eso por el momento que se estaba viviendo: el período especial; la gente quería irse porque tenía problemas económicos... Aprovecharon muy bien ese momento.

En Miami se fue generando, igualmente, una euforia alrededor de todos los problemas que tenía Cuba, y los que no tenía, los inventaban. Hermanos al Rescate fue una herramienta de propaganda muy fuerte, que apeló, por otro lado, al sentimiento humanitario: tenían a los balseros, al individuo que está medio muerto en una balsa, y ellos lo rescatan.

Después, fueron evolucionando en la medida en que el periodo especial se ponía más difícil y se incrementaban sus esperanzas de que en Cuba se produjera una explosión. En una etapa intermedia, apostaron por una explosión social en Cuba, que la gente se lanzara a la calle. Lo que sucedió en el Malecón en agosto de 1994 fue para ellos una bocanada de aire fresco.

En ese contexto comenzaron a preparar acciones violentas; en el juicio quedó patente que Hermanos al Rescate estaba preparando unos artefactos mortíferos para lanzarlos sobre Cuba y que podrían ser utilizados contra la Policía por personas descontentas. Esos artefactos eran como una especie de bengalas; pero en lugar de llevar material pirotécnico, estaba pensado que llevaran balines y pólvora. Estaban pensados para hacer daño, para matar. Pero entonces se produjo la llamada «Crisis de los Balseros» -en 1994 emigraron ilegalmente a EEUU más de 30.000 personas-.

Cuando Washington y La Habana firmaron los acuerdos migratorios en 1994 y 1995, el negocio de Hermanos al Rescate se fue al garete, porque los cubanos que se lanzaran al mar serían interceptados por la Guardia Costera y repatriados a Cuba.

Ese fue un golpe muy duro para Hermanos al Rescate, por lo que pasaron a incrementar la provocación, a tratar de crear un conflicto entre los dos países. Es cuando empiezan los sobrevuelos a Cuba, las provocaciones, las famosas flotillas.

¿Qué misiones asumió?

Estuve en varias organizaciones; Hermanos al Rescate fue la primera. Obviamente, la misión fundamental era mantener a Cuba informada de todo lo que estaba haciendo. Desde un inicio, Basulto concibió Hermanos al Rescate como una organización que, además de dedicarse a los balseros, realizara acciones violentas; inclusive, él me consultó en 1992 acerca de una incursión para hacer un sabotaje al sistema eléctrico nacional con la utilización de sus aviones. Luego Basulto estuvo envuelto en la adquisición de un avión de combate ruso, un Mig 23, que quería emplearlo para una actividad violenta. En EEUU se lleva mucho que cuando un país desactiva ciertos aviones, algún particular los compre.

Me vinculé al PUND (Partido Unido Nacional Democrático), que en los años 92 y 93 realizó incursiones en la costa norte, sobre todo, en el área entre Varadero y Cayo Coco. Un comando del PUND asesinó a un compañero en Caibarién.

También había que localizar. Un grupo paramilitar de la FNCA (Fundación Nacional Cubano-Americana) adquirió varios medios y había que localizarlos, algunos eran aéreos. La localización de Posada Carriles me llegó a través de una indiscreción en los años 90. Ese era el tipo de actividad que estábamos realizando.

¿Por qué colaboró con el Buró Federal de Investigaciones (FBI) en el desmantelamiento de operaciones de drogas?

Desmantelé dos operaciones de drogas. ¿Por qué? Primero, todo el mundo sabe la posición de Cuba contra las drogas; pero, además, ahí la droga juega un doble papel, porque no es solo el daño que hace como tal; sino que el dinero de esta se utilizaba para financiar el PUND y el Comando de Liberación Unido.

En la medida que les ibas cortando las fuentes de financiamiento eran operaciones que no se hacían contra Cuba.

Resulta muy difícil saber cuántas operaciones se dejaron de hacer, por ejemplo, una vez que pudimos meter preso a Tony, el Gordo, que era quien financiaba el PUND.

¿Cómo recuerda su arresto el 12 de setiembre de 1998?

Un arresto en EEUU es un eufemismo, porque realmente constituye un asalto. Te asaltan la casa con un alarde de violencia para paralizarte; es el primer paso para ablandarte. Ellos (FBI) empezaron a golpear la puerta; en otros casos las tumbaron con un ariete. Nosotros vivíamos en un pasillo muy estrecho y la puerta era de hierro; parece que la física no les dio y no podían derribarla. La golpearon violentamente, y cuando abrí entraron con pistolas afuera; la empujaron, me lanzaron contra el piso mientras me amenazaban con la pistola; me esposaron de inmediato, y cuando Olguita salió del cuarto la tiraron contra la pared. Después me levantaron; me preguntaron si era René González y si yo era de Hermanos al Rescate. Me sacaron de la casa ese sábado y de allí me llevaron hasta la prisión.

¿Cómo describir los primeros días de cárcel?

Son terribles. Además, a nosotros nos dieron un tratamiento especial; en términos militares lo llaman golpe y estupor, o sea, te arrestan violentamente, te pasan por el FBI para ver si te declaras culpable o no. De inmediato te meten en el «hueco», solo ahí, para que comiences a pensar en lo que te espera. Son días en los que no puedes dormir; ni siquiera nos dieron una sábana, nada. En ese momento se decide tu futuro. Si no decides rajarte, después no lo vas a hacer. Nosotros decidimos desde ese momento que no nos íbamos a rajar y ya. Me tocó esto, pues a enfrentarlo.

Todo es un teatro preparado de antemano: te detienen un sábado, el domingo te dejan a solas con tus pensamientos, sin afeitarte, sin lavarte los dientes; el lunes te visten de payaso y te bajan a la Corte. Te hacen pasar por un pasillo, y está toda esa jauría de gente, llena de odio, mirándote encadenado, barbudo, con aspecto cadavérico, y la preocupación por la familia está dándote vuelta.

¿A qué se aferró para no traicionar, como sí lo hicieron otros miembros de la red cubana?

A la dignidad humana. El proceso demostró que hay quienes no creen en los valores humanos. Todos los proclamamos, pero en condiciones como esas se demuestra quiénes creen en ellos o no. Los Cinco creímos en ellos. A eso se suma la conciencia de lo que estuviste haciendo, saber que tienes la razón, saber que estabas defendiendo la vida humana, saber que estás siendo juzgado injustamente.

Ves, además, cómo mienten a la juez, cómo chantajean a testigos, cómo engañan a la Corte, cómo se burlan de las órdenes de la juez o preparan a la gente para que mientan. Al ver que se rebajan y se rebajan, te preguntas hasta qué punto se pueden rebajar. Entonces te dices: yo no puedo ceder ante esta gente.

Usted estuvo encarcelado en Pennsylvania, Carolina del Sur y Florida. ¿Cómo hacerse respetar en un ambiente tan hostil?

En el caso del sistema penitenciario norteamericano, el haber ido a juicio te da mucho respeto; casi nadie va a juicio. La gente tiene miedo de ir a juicio; el sistema está arreglado de forma tal que el que va a juicio lo pierde. Los abogados te convencen de que no vayas y de que cooperes con la Fiscalía, y cooperar termina siempre con delatar a alguien. Cuando vas a juicio, te enfrentas al Gobierno y la gente te respeta mucho por eso; además, saben que no los vas a delatar. Y más allá está tu propia actitud; si tratas bien a la gente, en general, te tratan bien. Debes relacionarte con personas con actitudes positivas, constructivas y no involucrarte en las pandillas. Las cartas ayudan bastante, es decir, el que la gente te vea recibir muchas cartas de todos los países; entonces, vienen y te piden los sellos. Nos ayudó la emisión de sellos cubanos; decían: «¡Coñooo!, ese tipo sale en un sello». Hasta los guardias me los pedían escondidos. «Fírmamelo». Me refugié mucho en el ejercicio físico, en la lectura, en el estudio. Para mí era muy importante no mirar el tiempo; el tiempo no me va a matar, me decía, y me funcionó: no me llegué a deprimir nunca.

 

en prisión

«Me refugié en el ejercicio físico, en la lectura. Nos ayudó la emisión de sellos cubanos; decían: ¡Coñooo!, ese tipo sale en un sello. Hasta los guardias me los pedían»

sobre el juicio

«Ves cómo mienten a la juez, cómo chantajean a testigos, cómo se burlan de la Corte. Al ver cómo se rebajan, te dices: yo no puedo ceder ante esta gente»

desde miami

«Hermanos al Rescate, una de las operaciones de guerra sicológica mejor montadas, se estructuró sobre el tema de los balseros, un asunto fácil de manipular»

desde miami

«En Miami se fue generando, igualmente, una euforia alrededor de todos los problemas que tenía Cuba y los que no tenía, los inventaban»

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