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Raimundo Fitero

Vikingos

 

Preventivamente, Atresmedia, ha colocado el estreno de su nueva serie «Vikingos», en Antena 3 en pleno verano, en la noche de los martes, para ver qué pasa con esta producción de un canal de cable estadounidense dedicado a la Historia, y que tras el éxito conseguido en su primera temporada ya ha empezado a rodar la segunda. Lo que ha pasado en sus dos primeros capítulos es que debido a la novedad, a lo que sugiere el título y las expectativas creadas en las promos, ha tenido unos buenísimos datos de audiencia, a los que ayudan, sin lugar a dudas, la actitud de la competencia, que está intentando pasar este mes sin quemar naves, ni gastar más de lo indispensable.

Es lógico que el programador tenga dudas. O las tuviera de entrada ya que es una producción muy truculenta, con mucha violencia, con unas interpretaciones desgarradas, pero muy superficiales o casi estereotipadas y un guión que en sus dos primeras entregas no se caracteriza por su facilidad para seguir las tramas, sino por caer en unos pantanos llenos de tópicos. Además, estas series que remotamente tienen un fundamento histórico, suelen interesar en un principio, pero después se van desinflando ya que es imposible abarcar algo tan complejo como es la vida de los vikingos, a partir de una historia protagonizada por un líder que quiere conquistar territorios nuevos.

La serie puede enganchar más por la parte del uso de la violencia de manera salvaje, que por el rigor histórico. Más por las anécdotas de algunos personajes y situaciones, que por su transfondo para conocer algo de un pueblo del que se nos ha contado de manera muy transversal su existencia y su importancia en el contexto de la civilización occidental. La Edad Media es una materia que ha encontrado una expresión estética muy barroca con las nuevas tecnologías, como así se detecta en muchas de las series que están enmarcadas en ese periódico histórico. En este caso hemos notado una excesiva carga tenebrosa, con un vestuario muy excesivo, una iluminación demasiado significativa, creando en sus formas un sedimento ideológico que tiende al totalitarismo. Veremos como evoluciona la serie, sus contenidos y la aceptación general.