No hay nada más agradable para el cinéfilo de toda la vida que descubrir un clásico instantáneo, una de esas película atemporales que surgen al margen de las modas. Y la sorpresa es todavía mayor si el autor es un joven talento que ha sobresalido dentro del cine indie, gracias a una genialidad como «Take Shelter», junto al descubrimiento de un actor fetiche con el carisma de Michael Shannon.

Éste tiene un papel más secundario en «Mud», si bien volverá a retomar el protagonismo en la próxima realización de Nichols «Midnight Special».

Uno no puede evitar al ver «Mud» acordarse de otros clásicos sobre la iniciación en la etapa preadolescente como «Cuenta conmigo» de Rob Reiner, o sobre el aliento poético de la huida como «Badlands» de Terrence Malick, e incluso de los grandes relatos de ambiente sureño gótico en la tradición de «La noche del cazador» de Charles Laughton. Pero también bebe de la fuente literaria de Mark Twain, a través de los personajes ligados a la vida en el río Mississippi que creó. Los dos chavales de 14 años que protagonizan «Mud» se parecen mucho a Tom Sawyer o Hucklberry Finn.

Neck es más desconfiado y distante, tras su camiseta del grupo Fugazi. Por contra, Ellis se identifica con el fugitivo en un cruce de caminos personal entre ambos. Mud no termina de madurar y enfrentarse a sus responsabilidades, mientras que Ellis posee una precocidad que le convierte en colega de aventuras de Mud. Serán inseparables desde que se encuentran en el barco que las inundaciones han depositado caprichosamente sobre un árbol, como símbolo de los sueños de infancia.