La nueva mina de potasas hace temblar a los vecinos de Erreniega
Basta con llegar en coche hasta Undio para darse cuenta de que el terreno en el que se asienta esta localidad de Iruñerria es inestable. La única carretera que parte de Asterain muestra cicatrices formadas por el deslizamiento del terreno. Los vecinos temen que el intento de la empresa Geoalcali de volver a extraer potasa suponga que las casas vuelvan a temblar y agrietarse.
Martxelo DÍAZ
Marino Sanz y Felisa Azanza, vecinos de Undio de toda la vida, recuerdan que mientras la mina de potasas estuvo activa (de 1962 a 1997), cada noche, en torno a la diez y coincidiendo con el cambio de turno, temblaba el antiguo bar del pueblo, donde actualmente se ubica la sede del Concejo y donde puede verse una pancarta contra la mina y otra contra la autopista eléctrica Itsaso-Deikaztelu, otro de los proyectos que amenazan a este zona.
Las grietas provocadas por las explosiones y el resto de la actividad minera eran algo habitual en las casas de Undio y de otras localidades de la zona. Azanza recuerda que un deslizamiento provocó daños en el antiguo depósito de aguas. Sanz explica cómo la explotación de la potasa afectó seriamente a los campos que cultivaba. Ninguno de ellos, al igual que la mayoría de los vecinos de esta localidad situada en las faldas de Erreniega, quiere que la mina de potasas vuelva a ponerse en marcha.
Sanz explica cómo hace décadas, en la pieza de Las Bordas que cultivaba, apareció una zona en la que el trigo se volvía amarillo. «Sería un corro de media robada», señala. Extrañado por lo ocurrido, llamó al perito agrónomo de la Cooperativa, que atribuyó el problema a la aparición súbita de sales en esas tierras. «Nunca había aparecido sal ahí hasta que empezaron con la mina», destaca.
Cinco años más tarde, la cosa fue a peor, ya que el terreno se hundió. Literalmente. Los responsables de la mina, pese a negar que tuvieran responsabilidad en el hecho, arreglaron el terreno con una excavadora. E incluso llegaron a prometer una indemnización. «Con eso me he quedado hasta hoy, porque realmente esa indemnización no me llegó nunca», lamenta.
Marino Sanz no se explica cómo si la actividad de explotar la mina de potasas provocaba entonces grietas, deslizamientos y hundimientos de terrenos, los responsables de Geoalcali digan ahora que retomar estos trabajos no tendrá los mismos efectos. «O mentían antes o mienten ahora», destaca con la rotundidad de quien ha tenido que padecer lo que los «expertos» consideraban imposible. La falta de documentos sirve ahora a la nueva empresa para negar la evidencia de que la mina provocaba deslizamientos. «Todo el que ha trabajado en la mina lo sabe», destaca Sanz.
Junto a ello, Sanz destaca que pese a que la antigua mina se cerró en 1997, los efectos en la zona aún persisten. «Antes toda esta zona estaba llena de regatas en la que podías beber. Íbamos a cazar y podíamos beber en cualquier sitio. Ahora, es imposible. Todas las aguas están saladas», se queja. Los residuos salinos que se provocaron en la antigua explotación de la mina siguen filtrándose a la capa freática y aumentando la salinidad de las aguas.
Toda la zona de Erreniega saltó a primera plana de los medios de comunicación el pasado invierno debido a los numerosos terremotos, unos 300, que sufrió. El geólogo Antonio Aretxabala, profesor de la Universidad de Navarra, atribuyó esta actividad sísmica a una inusual y extrema pluviosidad, pero también ponía sobre la mesa el papel de las galerías de la mina de potasas excavadas en el corazón de esta sierra situada al sur de Iruñerria.
Blanca Vázquez, presidenta del concejo de Undio, y Enrike Miranda, concejal de la cendea de Zizur, destacan que no es una buena idea retomar la explotación de las minas de potasa teniendo en cuenta la sismicidad que sufrieron el pasado invierno y los antecedentes históricos de la zona de las faldas de Erreniega. «Si la zona es inestable, no parece lógico contribuir a que lo sea todavía más», destacan.
Vázquez y Miranda denuncian que la empresa Geoalcali ha comenzado a realizar sondeos sin informar a los vecinos ni a los entes locales, utilizando para ello un permiso del Gobierno navarro. Sin embargo, los sondeos no se están realizando en el punto concreto que ha sido autorizado, sino que se están llevando a cabo en otros puntos cercanos elegidos por la empresa en función de su criterio. Miranda destacó que han comunicado esta irregularidad al Gobierno navarro, pero que han cerrado los ojos ante ello.
Junto a ello, destacan también que pese a tener esta autorización del Gobierno navarro, Geoalcali no ha cumplido otros trámites necesarios para proceder a realizar los sondeos, como la solicitud de licencia de obras en los ayuntamientos correspondientes. Tampoco han solicitado la autorización a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) cuando las catas se realizan en regatas ni tampoco han pedido un permiso especial cuando se han hecho junto a la autovía a Logroño. Asimismo, advierten alarmados que se están realizando sondeos a apenas 50 metros del pueblo.
Los electos denuncian que Geoalcali no se puso en contacto con las entidades locales para proceder a realizar los sondeos y que se enteraron porque un vecino dijo a la empresa que si querían utilizar un camino tenían que comunicárselo al concejo. «Así nos enteramos», recuerda Vázquez.
Geoalcali organizó una reunión con los vecinos de Undio en la que Pedro Rodríguez, director de Desarrollo de la empresa, les comunicó que si los habitantes de esta localidad estaban en contra, se paralizaría el proyecto de volver a explotar la mina de potasas. «Les hemos dicho de una manera y de otra que estamos en contra, que no queremos que vuelva la mina, pero ellos han seguido adelante. Si hubieran cumplido con su palabra, ya se habría solucionado todo el tema», destaca la presidenta del concejo.
La empresa ha llegado a calificar de alarmistas a quienes como el géologo Aretxabala o los propios vecinos de Undio temen que retomar la actividad minera pueda suponer un auge de la sismicidad. «Nos han dicho que estemos tranquilos, que los sondeos no provocan terremotos. Eso ya lo sabemos. Somos aldeanos, pero no tontos. El problema es que esos sondeos se realizan para ver si la explotación de la mina puede ser rentable. Los sondeos se realizan para ver si les conviene volver a explotar la mina y eso sí hace daño. Y esos sondeos los están realizando junto a nuestro pueblo», explica Vázquez.
Miranda considera que la autorización de los sondeos otorgada en agosto del año pasado por parte del Gobierno navarro es irregular, puesto que no se publicó en el Boletín Oficial después del proceso de alegaciones.
Los ayuntamientos afectados no ven con buenos los sondeos. De hecho, el Ayuntamiento de la cendea de Zizur ordenó la paralización de los trabajos en Gendulain y precintó la maquinaria. La empresa levantó los precintos y continuó trabajando, lo que fue considerado como desacato por el Ayuntamiento. Junto a ello, volvió a quedar en evidencia que la promesa de que no continuarían con los sondeos si había oposición vecinal era papel mojado, ya que hicieron caso omiso a los requerimiento de los alguaciles y del propio alcalde de la cendea.
Comercializar derechos de explotación
Otro aspecto que preocupa en Undio es la propia empresa Geoalcali. «Solo tiene 4.00o euros de capital social y en su propia página web puede verse que únicamente tienen como proyecto minero el de Erreniega y dos más. Además, todo su staff directivo corresponde a un perfil financiero más que a técnicos mineros», expone Miranda, que considera que los planes de la empresa pueden ser los de «poner una pica en Flandes».
La legislación minera vigente en el Estado español establece que la empresa que realiza los sondeos adquiere los derechos para futuras explotaciones. De este modo, los vecinos piensan que Geolcali está realizando estos sondeos para posteriormente comercializar con esos derechos de explotación. De hecho, ya han realizado operaciones de captación de fondos teniendo estos derechos como único activo.
La evolución de los mercados parece indicar que el precio de la potasa puede alcanzar un nivel en el que la explotación de la mina abandonada en 1997 porque no era rentable pueda volver a ser interesante económicamente. Eso sí, a costa de molestias para los vecinos de la zona.
Los vecinos de Undio consideran que esta zona ya ha sufrido bastante por acoger grandes infraestructuras. Se incluye en el trazado de la autopista eléctrica Itsaso-Deikaztelu, alberga un gasoducto y los planes iniciales de la autovía a Logroño preveían que el trazado pasase junto al pueblo, aunque finalmente se desvió. «Lo más normal que nos han querido poner era un vertedero de tierras», lamenta Sanz, que destaca que la reapertura de la mina sería algo excesivo.
Los vecinos de Undio han sido los primeros en alertar de los peligros que supone la resurrección de la mina de potasas, pero el malestar se extiende por otros pueblos. La reunión que mantuvieron el 21 de agosto para analizar la cuestión es una muestra de ellos, ya que se reunieron electos de concejos y ayuntamientos de todas las localidades afectadas y adoptaron el compromiso de trabajar unidos para ofrecer una respuesta conjuntamente.
Entre otras cosas, los entes locales insistieron en la necesidad de que Geoalcali solicite las licencias municipales para proceder a realizar los sondeos. M.D.