El incombustible Chris Horner, de 41 años y que ya fue líder tras imponerse en la tercera etapa de la Vuelta en el Mirador de Lobeira, demostró ayer en la inédita ascensión al Alto de Hazallanas que lo demostrado en tierras gallegas no fue fruto de la casualidad y volvió a dejar atrás al resto de favoritos, mostrando esta vez una incluso mayor sensación de fuerza.

Después de su exhibición ayer en tierras andaluzas, y del tiempo que puede volver a sacar en la contrarreloj de mañana en Tarazona tras el descanso de hoy, el ciclista estadounidense presentó sus credenciales a, cuando menos, ser muy tenido en cuenta en las quinielas al triunfo final de la Vuelta.

Y es que el estadounidense es, hoy por hoy, junto a un Nibali que volvió a picar una decena de segundos sobre Valverde y Rodríguez, el ciclista que más sólido se ha mostrado. El hasta ayer líder, Dani Moreno, perdió más de dos minutos tras haberse visto envuelto en una caída masiva al comienzo de la etapa, y entre los vascos Igor Antón, octavo, fue el mejor a 1.24.

La que pudo catalogarse como la primera etapa de verdadera montaña se decidió en la última ascensión, la de Hazallanas, en cuyas primeras rampas la escapada del día, compuesta por hasta por diez corredores durante muchos kilómetros, se había visto reducida a Ulissi, Marczynski y Preidler tras el paso por el duro Alto de Monachil, de primera categoría.

Intento de Antón

El polaco del Vacansoleil fue el que más ímpetu puso en llegar a meta en las duras rampas que llegaron hasta el 18%, pero el grupo de los favoritos redujo drásticamente las diferencias y disolvió la fuga a mitad de puerto, tras el primer descanso.

A falta de seis kilómetros, fue Igor Antón el que agitó la carrera, con un ataque que esta vez no contó con el beneplácito de Nibali y que tuvo un recorrido muy corto. Básicamente, porque el tiburón estaba decidido a forzar la situación en el grupo.

El líder, Dani Moreno, enseguida se quedó atrás, mientras que el resto aguantó, aunque Valverde mostrara algunos signos de debilidad. Fue entonces cuando, a cinco de meta, Horner lanzó su ataque que no obtuvo respuesta alguna.

Enseguida abrió hueco el ciclista estadounidense, mientras que por detrás, Valverde, junto a Pozzovivo y Pinot, volvían a reagruparse. Ni el Movistar ni Rodríguez mostraban la mínima capacidad de dar caza al fugado ni de liderar su persecución y fueron los italianos Nibali y Basso los que hicieron suya esa responsabilidad. El de Astana aprovechó un ataque del de Cannondale para contraatacar y abrir hueco respecto a sus más directos perseguidores, con lo que consiguió 14 segundos respecto a sus rivales, que lo colocaron segundo en la general.