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«No podremos aguantar más de cuatro años con este modelo de festival»

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Patrick Alfaya

Director de la Quincena Musical

Patrick Alfaya cogió el testigo de José Antonio Echenique al frente de la Quincena Musical en 2009, coincidiendo con los primeros avisos de una caída presupuestaria que está poniendo en serio peligro la identidad del festival de música más antiguo del Estado.

Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

A título personal, Patrick Alfaya se queda con tres citas de esta Quincena Musical que acaba de clausurarse: la «Sinfonía nº3» de Bruckner de la Orquesta de Radio Frankfurt, por «la energía que se generó en la sala»; la «Babi Yar» de Shostakovich de Gergiev, «muy impactante»; y la ópera, «La Traviata», que «aunque con algunos peros, funcionó muy bien como espectáculo». Pero además de los logros artísticos de esta edición, que han sido numerosos, Alfaya tiene otra razón para sentirse satisfecho: los donostiarras, a pesar de la crisis, han respondido sorprendentemente bien a las propuestas de la Quincena, que ha aumentado su media de público en torno al 3%.

¿En términos generales, cómo ha sido la respuesta del público a esta edición de Quincena Musical?

La respuesta ha sido, sin duda, superior a lo esperado. De hecho, gracias a la taquilla hemos podido sobrepasar ligeramente el presupuesto que teníamos previsto para la edición. Lo que tenemos que hacer ahora es comparar los resultados de este año con los de 2012, en el que contamos con mayor presupuesto y con un concierto sinfónico más, que son los que más repercuten en taquilla.

También tenemos que analizar cómo nos ha castigado la subida del IVA, para entender plenamente las cifras que hemos obtenido y dilucidar si el éxito de esta edición lo es también en el aspecto económico. Pero lo que es seguro es que la asistencia de público a los conciertos de pago ha subido entre un 2% y un 5%. Y el Ciclo de Música Contemporánea mucho más, en torno al 30%, lo que es un dato significativo.

El ciclo sinfónico es el que aglutina más público y el que más puede hacer variar los resultados. ¿Cómo ha funcionado este año?

Hemos tenido una ocupación bastante alta en general, incluso en programas como los de la Orquesta de Radio Frankfurt, que interpretó obras de Bruckner y Nielsen, que no suponen grandes hits para el público donostiarra.

En ediciones anteriores ha habido más conciertos sinfónicos agotados, pero en contrapartida teníamos algunos conciertos con una venta de entradas muy baja. Este año eso no ha pasado, los conciertos sinfónicos que no han llegado a agotar sí que han vendido muchas entradas.

¿Qué citas han levantado mayor interés?

Las que antes se agotaron fueron las dos funciones de «La Traviata» y la «Segunda» de Mahler de la clausura. También se agotó rápidamente el «Réquiem» de Fauré de la Orquesta de Cámara de Escocia con el Orfeón Donostiarra.

¿A qué cree que se ha debido el pequeño aumento de público, contra todo pronóstico en estos momentos de crisis?

Sinceramente, no estoy seguro. Le he pedido a los miembros del equipo que lo vayan pensando de cara a una reunión que celebraremos al final de esta semana, en la que intentaremos dilucidar las razones. Yo no creo que se haya debido exclusivamente al atractivo de la programación de este año, aunque es obvio que la gente no va a lo que no le interesa. Tengo la impresión de que, en parte, lo que ha funcionado ha sido la disminución de oferta. Como ha habido varios días sin grandes conciertos sinfónicos, la gente se ha animado a ir al Ciclo de Contemporánea, a Jóvenes Intérpretes o a alguno de los conciertos de cámara que hemos organizado en los pueblos cercanos.

¿Cuál es la solidez de los apoyos institucionales de la Quincena Musical en este momento? En los últimos años la merma del presupuesto ha sido constante y en esta edición ha peligrado seriamente la partida procedente del Gobierno español de 70.000 euros.

Si sigue bajando el presupuesto lo primero que tendremos que plantearnos será eliminar la ópera. Tenemos reservas económicas de ediciones anteriores, que fueron muy bien, para aguantar cuatro años más con el modelo de festival que tenemos ahora. Siempre, claro está, que no haya aún más recortes y que sigamos recaudando en taquilla como hasta ahora. Estamos inyectando de nuestras reservas más de 100.000 euros por edición y solo nos da para cuatro años, ni uno más.

¿Y qué ocurrirá al quinto año?

Habrá que hacerle un cambio muy drástico al festival. Tendrá que desaparecer la ópera, que es lo más caro con diferencia, y probablemente reducir también el número de conciertos sinfónicos y orquestas extranjeras. Incluso barajamos la posibilidad de acotar la extensión del festival, del mes que dura actualmente a una Quincena propiamente dicha, en los últimos quince días de agosto.

Pero recortar tantas actividades supondría reducir aún más la taquilla y seguir decreciendo.

Se lo he comentado en varias ocasiones al consejo de administración de la Quincena: menos dinero para producir implica menos oferta, y una menor oferta significa menos recaudación.

¿No se barajan caminos alternativos a la dependencia de instituciones públicas para financiar la Quincena?

No hay camino alternativos. Aunque el IVA ha subido muchísimo me parece inmoral machacar más todavía al público elevando los precios de las entradas. Y nuevas vías de financiación, es decir, dinero privado... a no ser que saquen inmediatamente una ley de mecenazgo seria y a nivel estatal, no hay nada que hacer. Y digo estatal porque lo que se está barajando en estos momentos es una legislación pensada específicamente para financiar las unidades del Ministerio de Cultura: Orquesta Nacional, Ballet Nacional... pero no para el resto. Si para el 2014 no ha aparecido una nueva ley diseñada para funcionar en términos estatales, va a ser un cataclismo. Porque el único camino que tenemos actualmente para readaptarnos a las bajadas de presupuesto es recortar programación.

El año que viene es el 75 cumpleaños del festival. Con este panorama, ¿van a poder celebrarlo de alguna forma especial?

No vamos a tirar la casa por la ventana porque no tenemos dinero. Haremos una Quincena digna, con la mejor calidad que podamos e intentando aportar alguna guinda especial. Pero como los cachés de las grandes estrellas no han bajado, esto es especialmente difícil, porque me niego a pagar 150.000 euros para traer al tenor de moda.

¿No han bajado nada los cachés de los artistas a pesar de la crisis?

Los de las grandes estrellas no, porque sigue habiendo teatros dispuestos a pagar lo que piden. Por desgracia, los cachés que sí están bajando son los de los profesionales más humildes. El músico que hace unos años hacía treinta actuaciones anuales por 3.000 euros cada una, ahora hace quince y a 1.500. Pero los Mehta, Maazel, Flórez, Lang Lang... no han bajado ni un euro lo que piden, y especialmente cuando vienen al Estado español.

Durante la época de vacas gordas muchos programadores españoles consintieron en pagar más que cualquier otro país para que las estrellas viniesen aquí, porque para muchos actuar en un circuito secundario como España no tenía ningún interés. Ahora que no hay dinero estamos pagando todos ese pecado.

¿Pero un festival no implica, precisamente, traer hasta la ciudad lo que es extraordinario, lo que no se puede escuchar durante el resto del año?

Algunos entre nuestros abonados piensan así y defienden que habría que pagar 100.000 euros para traer a alguna gran estrella. Yo no lo puedo compartir.

Cuando hace años trabajaba en A Coruña y la prensa me preguntó qué opinaba de que la Xunta pagase 1 millón de euros a Pavarotti para que cantase en la Plaza de la Quintana, dije claramente que me parecía inmoral, y Fraga pidió mi cabeza. Si lo organizas con dinero privado y cobras la entrada a 3.000 euros, me parece estupendo. Pero como gestor de dinero público ese tipo de proceder es algo que yo ni me planteo.

 
ÉXITO

«Gracias a la taquilla hemos podido sobrepasar ligeramente el presupuesto que teníamos previsto para la edición»

PRECIOS

«Aunque el IVA ha subido muchísimo me parece inmoral machacar más todavía al público elevando los precios de las entradas»

75 aniversario

«Haremos una Quincena digna, con la mejor calidad que podamos e intentando aportar alguna guinda especial»

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