La entrada de Fernando Alonso como dueño de un equipo ciclista es una gran noticia para este deporte, por la atención y los patrocinadores que va a atraer. Supone la continuidad de un equipo profesional en el que tendrán cabida todos los vascos con contrato en vigor en Euskaltel y algunos más de confianza de Igor González de Galdeano y Samuel Sánchez. A falta de la confirmación de los detalles del nuevo proyecto, permitirá mantener el puesto de trabajo a directores y auxiliares que están ahora en el equipo naranja.

Por ello para el ciclismo vasco es mejor la entrada de Fernando Alonso que la desaparición de toda la estructura, pero peor que la continuidad de lo que suponía Euskaltel Euskadi hasta el pasado año. Como es lógico, creará un equipo español, con vocación internacional para convencer a sus patrocinadores para entrar en el ciclismo y el número de vascos disminuirá conforme se cumplan los contratos.

Por ello hoy es más necesaria todavía la continuidad de la Fundación Euskadi que durante veinte años ha permitido a centenares de vascos cumplir su sueño de ser ciclistas profesionales y ha dado la oportunidad a su sociedad de sentirse representada por un equipo en las carreteras. Ninguna de las dos cosas las va a ofrecer el nuevo proyecto, al que solo se le podrá criticar si intenta hacer valer el contrato de algún corredor que se quiera ir tras recibir verbalmente la carta de libertad.