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Crónica | Mesa redonda en Donostia

Estado vasco, en apariencia tan lejos y en realidad tan cerca

En unos días que resultan desesperantes para muchos independentistas vascos, tres expertos pintaron otra realidad muy diferente y mucho más esperanzadora: la de un Estado vasco que se va construyendo día a día, con actitudes personales y decisiones institucionales, en un camino en el que no se parte precisamente de cero.

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Ramón SOLA

La jurista Zelai Nikolas dio un ejemplo contundente de que «materialmente» el Estado vasco está más cerca que el catalán, «aunque aquí no hayamos empezado ese proceso y nos lleven ventaja». Y es que si los gobernantes vascos «dejaran hoy de pagar el Cupo, en la práctica se rompería la unión con el Estado, y sin embargo seguiríamos teniendo recursos para sostener la educación, sanidad, políticas sociales.. Así que tenemos de dónde empezar nuestro Estado».

El profesor de Ciencias Políticas de la UPV Mario Zubiaga subrayó que en realidad hay tres procesos paralelos: la construcción de la nación, la del estado y la del pueblo (demos building). Destacó la importancia de este último factor, como se aprecia hoy en Catalunya, donde se ha gestado incluso una colaboración estrecha entre la sociedad civil y las instituciones.

Pintó un cuadro en el que las actitudes individuales son mucho más relevantes de lo que pueda parecer. Explicó que en realidad cada persona hace continuos actos de «construcción o deconstrucción» de su estado desde el mismo momento en que se levanta de la cama: «Qué emisora de radio escoge, qué leche elige... Al final del día incluso se puede hacer un balance personal de si uno ha contribuido o no». Luego están las posiciones políticas e institucionales, lógicamente.

Zelai Nikolas también distinguió estos dos ámbitos. En el individual, planteó que «es necesario ser `hombres y mujeres de Estado', tenemos una responsabilidad cada uno desde el sitio en que estamos». La clave, subrayó, es practicar la soberanía. Y ya a nivel político-institucional, pidió que se analice en esa clave de soberanía cada decisión que se toma. Por ejemplo, «si yo soy quien pago a los profesores, ¿por qué tengo que aplicar la Ley Wert?».

Nikolas también sugirió que haya una aportación de las personas (o de los profesionales) hacia los partidos, a quienes desde su experiencia ve huérfanos de ideas: «Necesitamos tener puntos de reflexión, serena, y trasladarles propuestas elaboradas. Muchas veces me ha tocado ver con asombro qué falta de propuestas tienen... y quizás no solo sea culpa suya».

Admitió Zubiaga que obviamente el Estado español lo tiene más sencillo en la medida en que un día de hace siglos logró que su opción «cristalizara» de cierta forma, pero matizó que eso no quiere decir que esté a salvo de avatares, porque «la construcción o la deconstrucción» de un Estado es un proceso continuo, diario. Ahí citó Nikolas la Ley Wert, por ejemplo, como dato palmario de que el Estado español se siente en la necesidad de «fortalecerse».

Colectividad Territorial

Podía pensarse que la posibilidad de construir el Estado vasco desde el norte del Bidasoa es mucho más difícil. Pero no inviable si se escucha a Jean Pierre Massias, profesor de Derecho Constitucional que fue el tercer interlocutor en esta iniciativa de la fundación Ezkerraberri, de Aralar. Explicó primero que el Estado francés efectivamente es muy jacobino, «pero cuando quiere, puede». Como ejemplo quedan sus decisiones en Nueva Caledonia, «donde la República ha `derogado' una tras una sus normas, sobre ciudadanía, sobre instituciones, sobre política exterior...»

Entrando en el debate de la Colectividad Territorial, consideró que el «fracaso» de Batera no tiene tanto que ver con trabas jurídico-administrativas sino con cuestiones políticas. Fue sincero: «En las manifestaciones, todos los políticos de Iparralde estaban a favor, y por tanto ese consenso tenía que haber llegado a buen puerto. Sin embargo, siendo políticamente correcto diría que ese consenso era frágil, por no decir hipócrita. Bastó que el Gobierno dijera que no estaba a favor para que el PS presentara una enmienda y se deshiciera ese consenso».

Su reflexión tuvo indirectamente una moraleja positiva. Y es que con voluntad real, sí hubiera sido posible. Voluntad y ejercicios de soberanía -individuales y colectivos- aparecen por tanto como claves para ir -o mejor seguir- construyendo el Estado vasco y lograr que cristalice. Un mensaje realista para un momento en que puede cundir el pesimismo de ver que el proceso no arranca en Euskal Herria como en Catalunya o Escocia. Algo que el moderador, el diputado Jon Iñarritu, atribuyó a factores como la prioridad de la resolución del conflicto, la irresuelta cuestión territorial y la división ente abertzales.

 

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