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EN VÍSPERAS DEL 30 ANIVERSARIO DE LAZA Y ZABALA

Libertad condicional a Galindo tras estar preso 4 años de 75

A escasos diez días de que se cumplan tres décadas desde que Joxean Lasa y Joxi Zabala fueron secuestrados en Baiona, ayer se conocía que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria ha dictado la libertad condicional para el principal condenado por el crimen, el entonces jefe de Intxaurrondo Enrique Rodríguez Galindo. El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria afirma que ha cumplido tres cuartas partes de la condena. Lo cierto es que ha pasado entre rejas 4 años de 75.

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R.S. | DONOSTIA

Sin aviso previo (hacía años que no había noticias sobre él), ayer tarde se difundía por agencias que el Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional ha accedido a la propuesta formulada por Prisiones y concede la libertad condicional al exgeneral de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo. Con ello, queda completamente exonerado de volver a prisión tras haber pasado en ella únicamente cuatro años sobre una condena de 75 por los secuestros y muertes de los refugiados tolosarras Joxean Lasa y Joxi Zabala.

Se da la circunstancia añadida para las familias de que están a punto de cumplirse 30 años de la noche en que ambos fueron vistos por última vez en Baiona, el 15 de octubre de 1983. Lo que ocurrió después es una de las historias más siniestras de la guerra sucia en Euskal Herria. Los agentes de Intxaurrondo los secuestraron, seguramente torturaron, mataron y enterraron en cal viva en una fosa de Busot (Alicante) con la intención de hacer desaparecer los restos.

Solo una inmensa casualidad hizo que los huesos fueran desenterrados en 1985, aunque no serían identificados hasta diez años después. Hasta entonces, figuraron como desaparecidos. Aquella noticia convulsionó a la sociedad vasca en 1995. Cinco años después, una laboriosa investigación judicial terminó derivando en una condena para Galindo y otros mandos políticos y policiales, aunque el exjefe de Intxaurrondo apenas estuvo en prisión.

En concreto, Galindo, que actualmente tiene 74 años, tan so- lo habrá cumplido por este crimen cuatro años y cuatro meses en la cárcel, siendo el periodo más largo el que estuvo entre mayo del año 2000 -tras ser condenado por la Audiencia Nacional- y setiembre de 2004, cuando fue excarcelado aludiendo a motivos de salud y trasladado a su domicilio. Oficialmente estaba allí bajo vigilancia policial. El exgeneral del siniestro cuartel donostiarra argumentaba una dolencia cardiovascular.

Tras concedérsele el tercer grado penitenciario en enero de 2005, Galindo recibe ahora la concesión de la libertad condicional propuesta por el centro penitenciario de Zuera (Zaragoza), el más cercano a su casa.

«El penado ha cumplido las tres cuartas partes de la condena el 30 de septiembre de 2013, está clasificado en tercer grado, observa buena conducta y existe un pronóstico individualizado y favorable de reinserción social, según informe de la Junta de Tratamiento (de Zuera) por lo que concurren los requisitos objetivos y subjetivos mínimos necesarios para la obtención del último grado de cumplimiento de la pena privativa de libertad», justifica el juez José Luis de Castro, responsable único de Vigilancia Penitenciaria, con el visto bueno de la Fiscalía.

El auto establece «condiciones» como la de que «deberá quedar sujeto al cuidado y vigilancia del familiar que designe y acepte la custodia», tendrá la «obligación de residir en el lugar que designe y de fijar domicilio debiendo comunicar al Juzgado cualquier cambio de residencia (ciudad o pueblo donde viva) o domicilio (inmueble concreto, calle o plaza)». Además se establece el seguimiento por parte de los servicios sociales penitenciarios.

Calabozos, fajín y juicio

Galindo fue responsable de Intxaurrondo en los sórdidos años 80, cuando además de las muertes de Lasa y Zabala se produjeron otras ligadas al cuartel como la de Mikel Zabaltza junto a innumerables y graves denuncias de torturas.

A mediados de los 90 logró recibir el fajín de general en una demostración de fuerza frente a las sospechas que ya lo acechaban. Finalmente fue juzgado por este caso entre 1999 y 2000. En la vista mantuvo una actitud poco coherente con el liderazgo que se le atribuía. Negó todas las acusaciones, en algunos casos casi entre sollozos, y exaltó a sus hombres con afirmaciones como esta: «Con seis de estos se podría haber conquistado toda América del Sur».

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