Lunes 30 de setiembre. Estoy lejos y quiero saber de Euskal Herria. Abrir el ordenador y llegar a la página de `Naiz' es como hacer una llamada sin voz a lo que te importa. Y lo hago como cuando llamo a casa, sin ser consciente de que lo que deseo es comprobar que todo sigue igual. Que en mi ausencia, irrelevante y solo importante para mí, los tiempos organizados del otoño discurren con la normalidad debida en el trajín de actividad social y denuncia movilizadora que exige un octubre copado por tantos agravios judiciales y sociales, programados desde el Gobierno español a Euskal Herria y desde el capitalismo a la clase trabajadora. Lunes 30 de setiembre. El ataque del Ejecutivo del PP contra Herrira aparece en la pantalla del ordenador, como titular principal de `Naiz'. El texto resulta escueto, pero no desconocido. Despliegue policial, detenidos, registros, brutales cargas de la Ertzaintza...Después del lunes, llega el martes y el miércoles...y el ordenador se hace imprescindible desde primera hora de la mañana. Algunas voces afirman que la noticia se asomó a las páginas de la prensa como una malasombra del pasado, un malaje que volvía e encarnizarse en la realidad de Euskal Herria con el mismo artificio policial y mediático, la misma criminalización, fabricada y mentirosa, pero con una nueva torpeza política, el inmovilismo. Y una, quieta ante la pantalla, se pregunta si la represión contra los presos políticos vascos y cualquier reivindicación en su favor ha pertenecido, en algún instante, al pasado. En un correo me anuncian que los sindicatos llaman a una manifestación nacional. Llenaremos las calles. Y como he leído en un blog, si somos «conscientes de nuestro deber histórico» no nos callarán.