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Primera victoria a domicilio

La imagen se refrenda en el casillero

No pudo ser frente al Levante después de una buena primera mitad, pero sí en Málaga, donde Osasuna volvió a cuajar otros meritorios cuarenta y cinco minutos iniciales para pasar a sufrir tras el descanso. El triunfo rojillo vino gracias al tercer gol liguero de Oriol Riera.

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MÁLAGA 0

OSASUNA 1

 

Natxo MATXIN

Oxígeno puro. Es lo que significan los tres puntos que ayer cosechó Osasuna en una salida muy complicada coincidiendo con un momento delicado tras la derrota frente al Levante. Los de Javi Gracia, que parecen reaccionar, necesitaban, como mínimo, puntuar, pero consiguieron salir airosos, dejando muy buenas sensaciones en el primer tiempo y cerrando filas cuando los locales más apretaron en el segundo periodo.

De la salida apabullante que tuvo el Málaga -Osasuna tuvo que replegarse en su campo- se pasó, casi en un abrir y cerrar de ojos, a un panorama completamente distinto. La escuadra navarra no solo se sacudió ese efímero dominio, sino que pasó a ser quien llevase la batuta y, lo más importante, el peligro. Una pérdida de balón local abrió la pléyade de ocasiones con las que los rojillos pudieron dejar finiquitado el encuentro en el primer tiempo. Solo las meritoriras paradas de Caballero impidieron que los de Javi Gracia se marchasen con una considerable ventaja al descanso.

A un mano a mano de Oriol Riera con el cancerbero argentino hubo que sumarl dos disparos desde fuera del área de De las Cuevas y Lolo, que se marcharon arriba, pero lo más importante, sin duda, que Osasuna iba a por el encuentro. Y comenzó a ponerlo de su lado cuando el delantero catalán consiguió su tercera diana oficial, aunque tuvo que poner toda la carne en el asador rematando hasta en dos ocasiones ante la oposición que presentó Caballero.

A partir de ahí, el Málaga quedó desorientado por la importante oposición que se estaba encontrando en un rival en puestos de descenso, llegando los mejores momentos del conjunto navarro. Un incisivo Marc Bertrán por partida doble -primero un tiro con su zurda y después una contra que acabó rematando en la posición de arie- te- que se encontró con el muro del meta argentino y posteriormente otro disparo de De las Cuevas confirmaban la buena primera parte que se vio frente al Levante, en este caso ante un adversario a priori más complicado. El baño rojillo afloró los primeros pitos en La Rosaleda.

Como gato panza arriba

La losa de la clasificación y los cambios que realizó Schuster tras el descanso hicieron variar el escenario radicalmente. Del Osasuna combinativo y audaz se pasó a un equipo temeroso y metido en propio campo, con claros signos de no poder seguir el ritmo en el que había entrado la segunda parte.

Pese a que la estrategia pasó a ser la del gato panza arriba y los anfritiones adelantaron líneas y mordieron más, lo cierto es que los apuros en forma de ocasiones claras del lado andaluz tampoco fueron numerosas. Sí que existieron continuas llegadas al área rival y sensación de peligro.

Lo más cerca que estuvo el Málaga de conseguir el empate fueron unas manos de Oier dentro del área, consecuencia del agotador embotellamiento al que los locales sometieron a los de Gracia. Finalmente, todo terminó en felicidad y caras alegres, que buena falta hace.

Medio siglo después, sin navarros

Después de medio siglo, Osasuna volvió a disputar otro partido sin ningún navarro en el once inicial con el que saltó al campo. La última vez que esto ocurrió fue un 13 de octubre de 1963 cuando la escuadra navarra se encontraba en la categoría de plata disputando un derbi contra la Real en el que acabó perdiendo en Donostia.

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