Los acontecimientos relacionados con los justos con frecuencia resultan invisibles y de escaso interés para los historiadores porque se refieren a comportamientos que dejan pocas huellas y no parecen modificar el curso de los acontecimientos. Si no hay quien los recoge y los cuenta, pronto se olvidan. Incluso la Biblia nos habla de los justos ocultos que hacen cosas bellísimas, pero que, con frecuencia, nadie aprecia ni conoce.

Son personas que asumen una responsabilidad personal, frente al silencio de una nación engañada, porque quieren lanzar un mensaje moral de condena. Los protagonistas de estas acciones de valor moral nunca actúan con la idea de modificar las agujas de la Historia, sino con el propósito de ejercer su responsabilidad en el espacio en el que son soberanos. Si pensaran que una acción se mide por las posibilidades de derribar un muro, no harían nada y encontrarían miles de motivos para justificar su impotencia frente a una injusticia que, en ese momento, parece imposible remediar.

¿Por qué razón estas acciones permanecen con frecuencia en el olvido, o no se las tiene en cuenta para nada?

Se da por descontado que son otras las acciones que impulsan al mundo hacia adelante, mientras que el testimonio humano es un detalle ínfimo.

Un acto concreto de moral insensata en nombre de la verdad y de la justicia, carece de importancia para los cronistas porque parece que nada modifica. No existe una estadística en la que insertar el peso de acciones invisibles y las huellas de un comportamiento espiritual y moral.

¿Quién puede, entonces, sacar a la luz las acciones de humanidad de los individuos en los oscuros tiempos de la Historia y convertirlos en parte reconocida de la experiencia humana?

Probablemente, esa capacidad solo la tienen los poetas o los que son capaces de pensar y conmoverse poéticamente, porque tienen el don y la sensibilidad para sentir las acciones humanas. Para ellos, simplemente, el humano es el auténtico protagonista de la Historia y de los acontecimientos. Para los poetas un comportamiento moral tiene un valor estético, es testimonio de la belleza del alma, que Sócrates define como más importante que la belleza física. Se consideran las relaciones humanas, la dignidad, el gusto por los demás, el bien más preciado de nuestra experiencia.

Pensamientos y acciones de los hombres que tienen un valor universal. Los poetas están en disposición de rescatar del olvido a quien en las situaciones trágicas sabe escuchar al otro y es capaz de demostrar compasión, al que combate por la verdad y no acepta compromisos con la mentira política, al que preserva la memoria del mal cuando se la quiere eliminar y olvidar, al que es capaz de pensar con autonomía frente a la zozobra moral de las costumbres, al que intenta preservar la integridad moral incluso en condiciones de gran soledad, al que no renuncia a su propia capacidad de juicio, al que siente sobre sus hombros la responsabilidad del mundo y quiere proteger a la humanidad en el espacio en el que cada uno es soberano.

Los narradores de los justos cumplen esa función: llevar hasta la Historia y la memoria, con fuerza, a los hombres invisibles y sus actos de amor.

Los justos no cambian el mundo, pero salvan la esperanza en la humanidad. Los primeros en darse cuenta de eso son las propias víctimas que, gracias a ellos, encuentran una razón para continuar viviendo después de la humillación sufrida.