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Presentación del Tour 2014

Pavés, montaña y mucho suspense

La 101ª edición del Tour arranca en Inglaterra, encadena Vosgos, Alpes y Pirineos, y cuenta con una única pero decisiva contrarreloj.

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Asier AIESTARAN

La vuelta de los temidos tramos de pavés al recorrido, la apuesta de los organizadores por potenciar Los Vosgos como tercera referencia montañosa, y la clara reducción de los kilómetros contrarreloj, marcarán la edición número 101 del Tour, que arrancará el 5 de julio en Leeds (Inglaterra) y finalizará en los Campos Elíseos el día 27.

Ya se conocían los detalles de la salida en tierras inglesas, donde se desarrollarán las tres primeras etapas, eminentemente llanas y que parecen pensadas para Mark Cavendish, por lo que el primer susto para los favoritos llegó al confirmarse que en la quinta etapa, la que unirá la localidad flamenca de Ypres y la mancomunidad francesa de Porte du Hainaut, deberán hacer frente a 15 kilómetros de pavés divididos en 9 tramos.

«Los corredores son unos auténticos funambulistas, pero la caída puede producirse en cualquier lugar. Las primeras etapas del Tour siempre son muy nerviosas, y las caídas generalmente pasan donde no se esperan. Acuérdese de la etapa de Metz en 2012, cuando 40 corredores se fueron al suelo en una carretera totalmente recta y muy ancha, y 14 tuvieron que retirarse», explicó el director del Tour, Christian Prudhomme, respondiendo a varios de los favoritos, que se quejaron del riesgo que supone la etapa para ellos.

«Tres grandes macizos»

Tras unas etapas llanas que servirán para conmemorar el centenario de la Primera Guerra Mundial, el pelotón se dirigirá a Los Vosgos, con dos duras jornadas que pueden abrir las primeras diferencias entre los favoritos que hayan superado sin problemas la primera semana de carrera. Por si hubiera alguna duda, Prudhomme se encargó de dejar claro que «a partir de ahora el Tour cuenta con tres grandes macizos. Los Vosgos son tan decisivos como los Alpes o los Pirineos».

La octava etapa terminará en la estación de La Mauselaine (1,8 kilómetros al 10,3% de desnivel) tras subir Croix-des-Monats (7,6 kms al 6%) y el Grosse-Pierre (3 kms al 7,5%) en los últimos 30 kilómetros. Y la décima llegará a La Planche des Belles Filles (5,9 kms al 8,5%), donde Chris Froome levantó los brazos en la edición de 2012, después de coronar hasta cinco puertos más: Firstplan (8,3 kms al 5,4%), Petit Ballon (9,3 kms al 8,1%), Platzerwasel (7,1 kms al 8,4%), Oderen (6,7 kms al 6,1%) y Chevrères (3,5 kms al 9,5%).

La dureza del recorrido se hará palpable a partir de ese momento, ya que el paso por los Alpes -algo más suave- se encadenará casi sin descanso con el de los Pirineos. En la 13ª etapa, la primer alpina, se ascenderán el inédito Palaquit (14,1 kms al 6,1%) y el Chamrousse (18,2 kms al 7,3%). En la 14ª, será el turno del Lautaret (34 kms al 3,9%), el Izoard (19 kms al 6%) y el Risoul (12,6 kms al 6,9%), que también se sube por primera vez en el Tour pero es habitual en otras carreras organizadas por ASO.

Pirineos sin Euskaltel

En cuanto a las tres jornadas pirenáicas, que los aficionados vascos vayan pidiendo fiesta para los días 22 (martes), 23 (miércoles) y 24 (jueves), a pesar de que en esta ocasión no podrán animar al Euskaltel Euskadi, ausente en la ronda gala por primera vez desde 2001.

La 16ª etapa, con final en Bagnères-de-Luchon, presenta las subidas al Portet d'Aspet (5,4 kms al 6,9%), al Ares (6,1 kms al 4,7%) y al Balès (11,7 kms al 7,7%). La 17ª terminará en Pla d'Adet (10,2 kms al 8,3%), pasando antes el Portillon (8,3 kms al 7,1%), el Peyresourde (13,2 kms al 7%) y el Val Louron (7,4 kms al 8,3%). Y el broche llegará en la 18ª etapa, escalando primero el Tourmalet (17,1 kms al 7,3%) y con final en el Hautacam (13,6 kms al 7,8%).

No obstante, la jornada que decidirá la clasificación definitiva será la contrarreloj de 54 kilómetros que se disputará entre Bergerac y Périgueux en la víspera de la llegada a París -en un guiño a la increíble crono que firmó Miguel Indurain en 1994-. Eso sí, aunque decisiva, será la primera vez desde 1953 que el Tour cuente con una sola jornada contrarreloj, y esos 54 kilómetros suponen la menor distancia en esa modalidad -sumando cronos individuales y por equipos- de la historia de la ronda gala. Lo que se debe, explicaba Prudhomme, a que «hoy en día, las cronos abren más diferencias que la montaña, y crean huecos insalvables».

Los adoquines preocupan a Froome

Chris Froome, el gran favorito para repetir victoria en el Tour, se mostró «satisfecho» con el recorrido, consideró que le viene bien y apuntó a la quinta etapa, con tramos adoquinados, como el principal riesgo. «No estamos acostumbrados en el Tour a tener adoquines, vamos a tener que prepararnos para ello de forma específica. No he rodado mucho sobre pavés, corrí una vez la París-Roubaix y me retiré, era al inicio de mi carrera. Pero puedo decir que no es mi terreno preferido», dijo el corredor del Sky. Froome añadió al respecto que «va a ser un desafío, el equipo va a estudiar cómo podemos minimizar los riesgos», y bromeó diciendo que «a lo mejor ponen un mecánico cada cien metros con una

rueda de repuesto».

Un recorrido ideal para Froome, según Alberto Contador. «Es un recorrido que se le adapta a la perfección, y su equipo tiene corredores que se adaptan a las clásicas para la jornada de los adoquines». El madrileño «hubiera preferido dos cronos como este año, con una más corta y otra en subida, que me va mejor». A.A.

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