Vamos superando las pruebas. Para alegrar un poco a la tropa se dice que se ha acabado la recesión y que ya estamos en época de crecimiento. Magia contable. Miramos atentos la pantalla del cajero automático y no se nota. Ni en el ambiente. Pero se nos indica por activa y por pasiva un acontecimiento. En algunas salas de cine decidieron poner la entrada a dos euros y noventa céntimos. Y nos aseguran, y así nos lo muestran con imágenes, que fue un rotundo éxito. Que se septuplicó el número de espectadores y se triplicó el de recaudación. ¿Es una lección o un espejismo? Si el problema del cine es el precio, pues la solución parece clara.

Me asalta mi cabeza mordiente, leonina y me hace preguntas capciosas. Si las mayores productoras actuales de ficciones aparentemente cinematográficos son las cadenas de televisión, ¿permitirán que acuda tanto público a las salas de exhibición que son los que teóricamente estarían destinados a ser los consumidores televisivos de ese mismo cine u otro? No sé contestar. Es más, no sé a qué viene esta enrevesada pregunta, pero como estamos ante un mundo de fantasías contables y de constataciones en los resultados económicos, me resulta demasiado sencillo aplicar una bajada del precio para aumentar las audiencias en las salas y, por extensión, las recaudaciones.

Se están preparando movimientos estructurales en las parrillas para preparar las próximas contiendas electorales. A Paolo Vasile, los mensajes de supuesta retirada de anunciantes le ha servido para que Mediaset se quede sin programas de roce político. El programa de la tarde en Cuatro, «Te vas a enterar», que tenía con un porcentaje muy bajo de audiencia, desaparece. Dentro de nada se nos amontonará en la tele un carrusel de imágenes de Cospedal, Belén Esteban, alguna sombra del PSOE, Cristiano Ronaldo, un invento placebo, la teletienda y más fútbol en un bucle interminable. Una programación absolutamente política para que todos entendamos el precio de las entradas al futuro político inmediato. Cada voto un porcentaje menos de pensiones. Lo de La Sexta es una rareza en manos de la faceta masoquista de Marhuenda, el bufón mediático de Rajoy.