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CRíTICA teatro

Sin cuajar

Carlos GIL

En el frontispicio se nos anuncia que se trata de una creación colectiva. Matacandelas es un grupo histórico, su compromiso político, organizativo, de indagación en las maneras propias colombianas de expresión musical y para-teatral, de acumulación de significantes en sus propuestas, forma parte del imaginario de varias generaciones de teatristas latinoamericanos. Es un estilo, una concepción, un sistema productivo que van dotando de entidad a todo cuanto tocan en lo ético, en lo estético y en lo político.

En esta ocasión es un homenaje a Jorge Holguín Uribe, un talentoso bailarín colombiano que murió de sida con treinta y seis años. Y lo hizo lejos de Colombia. A partir de un diario del propio Holguín y otros textos, incluyendo alguna intervención grabada del homenajeado, se teje un espectáculo que formalmente tiene un valor de fusión, que intenta incorporar al lenguaje habitual de Matacandelas, detalles de la memoria artística e Holguín, un coreógrafo moderno. Es en esta fusión estética, de lenguajes escénicos, donde creemos que no acaba de cuajar la propuesta. En ese cruce entre la memoria, el diario, y los datos del entorno más objetivos, se va prefigurando un personaje que parece irreal, cuando se trata de alguien que se entregó a su pasión, a su oficio, y que no teorizó tanto como aquí se nos presenta, en una especie de miedo a frivolizar pero que acaba creando un corsé demasiado hermético.

Los textos por un lado, las imágenes por otro, el tejido escénico de espacio, elementos escenográficos, iluminación, las músicas, las danzas y los movimientos van dando noticias de una vida, de un hombre, pero no acaban de emocionarnos, de hacernos que nos concierna esa vida, que siendo un homenaje debería aportarnos algo más que una biografía o unos sentimientos básicos. Quizás un fallo dramatúrgico o simplemente que el cruce de idiomas, la traducción simultánea, contribuyera a que esta función se colapsara. Tiene empaque, ambición teatral, pero se nos fue yendo de las manos conforme se iba enredando en un laberinto narrativo muy poco conciso. Sigue siendo un buen proyecto, hay rasgos de lenguajes identitarios de Matacandelas majestuosos, pero en esta ocasión nos fue desinteresando su desarrollo.

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