«Pronto se pondrá en marcha un gobierno de cohesión nacional» que incluirá tanto a representantes de la mayoría, como de la oposición y de la sociedad civil», anunció ayer el presidente de la República Democrática del Congo (RDC), Joseph Kabila, ante el Parlamento.

Kabila no precisó si mantendría al frente del gobierno al actual primer ministro, Augustin Matata Ponyo, apoyado por la comunidad internacional. Según una fuente gubernamental, Matata tiene asegurada la continuidad y la anunciada reorganización permitirá la vuelta a la escena política de varias figuras relevantes que fueron expulsadas en mayo de 2012 con la formación del gobierno de Matata.

Kabila subrayó que la misión del nuevo ejecutivo será restablecer la paz y la autoridad del Estado, así como acelerar el desarrollo económico del país. El discurso del presidente congoleño responde a las demandas de mejora de la gobernanza que le habían dirigido las «concertaciones nacionales», foros que reunieron a representantes de la mayoría política, parte de la oposición y la sociedad civil.

Kabila asumió algunas de las conclusiones de este foro, entre ellas la vuelta de los restos de mortales del expresidente congoleño Mobutu Sese Seko, que fue derrocado en 1997 por un golpe de Estado perpetrado por el padre de Kabila, Laurent Kabila, con el apoyo de Ruanda.

El presidente también apoya la idea de que se organicen en breve elecciones municipales, provinciales y senatoriales, muy retrasadas por la crisis desatada en los comicios legislativos de 2011. Entre las recomendaciones del diálogo nacional figuran varias reformas concretas de la Comisión Electoral antes de que se celebren las próximas elecciones presidenciales, previstas para 2016. Kabila también anunció el nombramiento de un representante especial para combatir la violencia sexual e impedir el reclutamiento de niños soldado en el este de la DC.

Igualmente, apuntó futuras medidas para repatriar a los refugiados congoleños y expulsar a las milicias extranjeras como las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda.

La República Democrática del Congo se encuentra en los últimos puestos del Indice de Desarrollo Humano elaborado por la ONU. Millones de personas han muerto en la zona oriental a causa de la violencia, las enfermedades y el hambre desde los años 90, cuando grupos insurgentes con apoyo extranjero lanzaron una serie de rebeliones para intentar hacerse con el control de las minas de oro, diamantes y estaño.