En 1989, un grupo de investigadores de la Universidad de Minnesota, dirigido por el profesor John R. Wincker, probaba una cámara de baja iluminación antes de instalarla en un cohete y enviarla a estudiar la atmósfera. En ese momento, quedó registrada en la película una gran tormenta que casualmente se desarrollaba en la lejanía. Al ir a visionarla se encontraron con una sorpresa en dos de sus fotogramas. Unas misteriosas emisiones luminosas de decenas de kilómetros, que no habían percibido a simple vista, aparecían sobre las nubes del gran sistema tormentoso.

¿Se trataba de un error de la cámara? Ante la duda, Wincker consultó a su colega Walt Lyons, estudioso de la detección de rayos (y en el futuro un experto en la filmación del nuevo fenómeno). Entre ambos concluyeron que los fotogramas en cuestión no eran una fallo de la máquina sino que mostraban unas descargas eléctricas de carácter extraño.

El descubrimiento resultó ser toda una fuente de sorpresas. La primera, que el fenómeno sólo se produce sobre sistemas tormentosos de gran tamaño, capaces de generar descargas eléctricas no sólo hacia tierra sino también hacia el cielo, a decenas de kilómetros de altura. La segunda, que llegan a implicar a la mesosfera, una región de la atmósfera (entre los 50 y 100 km) que hasta entonces se había creído eléctricamente inactiva.

La dificultad para observarlos a simple vista por su fugacidad (décimas de segundo), su afición a esconderse tras las nubes que les alimentan, sus caprichosas formas (gigantescas medusas, alargadas zanahorias, donuts en expansión...) y sus variados colores (rojos, azules...) les ha llevado a ser bautizados con nombres tan sugerentes como duendes, elfos o chorros azules. Aunque también se les conoce como Eventos Transitorios Luminosos (ELT).

Su duración, forma, tamaño e, incluso, la naturaleza de la luz que emiten se explica mediante diferentes procesos físicos de carácter microscópico. Filmados y fotografiados desde tierra, desde aviones o desde lanzaderas espaciales, su estudio está permitiendo ahondar en la comprensión de las tormentas.