CRíTICA: «El quinto poder»
Dadle a un hombre una cámara y os contará milongas
Mikel INSAUSTI
Cada vez queda más claro que «La red social» va a ser una película muy difícil de superar, dada la conjunción de talentos entre el director David Fincher y el guionista Aaron Sorkin. Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, tuvo la suerte de contar con tan buen par de biógrafos cinematográficos; mientras que Steve Jobs, creador de Apple, no vivió para contemplar el fiasco de «Jobs». Y a Julian Assange, alma mater de WikiLeaks, sí le toca tener que aguantar desde su refugio en la embajada de Ecuador en Londres las patrañas lanzadas contra su persona por «El quinto poder». Como experto hacker que es, ya se curó en salud de antemano al filtrar el guión escrito por Josh Singer, vaticinando de paso su fracaso comercial.
¿Por qué no suspende la olvidable realización de Bill Condon en las puntuaciones de la crítica y logra un aprobado muy raspado? Yo no sé los demás, pero en lo que a mi respecta lo tengo bien claro: es la actuación estelar del gran y poderoso Benedict Cumberbatch la que salva a «El quinto poder» de la quema. Puede parecer un contrasentido, pero no, porque el actor inglés hace de villano tal como le pide el director, y lo hace con nota. Es impresionante cómo bordea la caricatura, sin caer en ella, imponiéndose dentro de la ficción a su compañero de reparto, aunque posiblemente la intención fuera otra.
Poco puede hacer Daniel Brühl, en su papel de bueno, frente a un malo tan impactante. Así que a Bill Condon y Josh Singer les sale el tiro por la culata en su adaptación del libro de Daniel Domscheit-Berg que debía de servir de referencia para seguir con la campaña de desprestigio contra Assange. Éste es presentado como un ególatra que irrumpe en la vida de su socio alemán como un elefante en una cacharrería, estropeándole sus reuniones familiares o citas amorosas.
Todo debido a que, según los firmantes de «El quinto poder», el espía informático teñido de platino no tiene vida propia y habita un mundo virtual amparado en la cita de Oscar Wilde «Dadle a un hombre una máscara y os contará la verdad».