La trabajada victoria del lunes ante el Villarreal ha dejado de manera incomprensible unas cuantas dudas en mucha gente, a tenor al menos de lo leído estos días postpartido. Convenció el triunfo, se alabó la dupla Iturraspe-Rico, el largamente demandado gol de Aduriz, pero el juego desplegado por los rojiblancos no satisfizo por igual.

Sorprende cuando enfrente estaba un equipo al alza, cuyo entrenador Marcelino García Toral ha sido designado como el mejor del mes de setiembre, y al que el Athletic maniató a partir de los primeros diez minutos y sentenció después, aderezado todo ello con buenas dosis de paciencia, de no perder el sitio, de mucha presión al rival para evitar su juego combinativo y de puntería arriba. Es cierto que faltó matar el partido tras la reanudación, que con uno menos no se debía haber dado vida al contrario en un par de acciones, pero no cabe duda de que el Athletic hizo un partido serio, muy serio.

Novena jornada liguera, quinto clasificado. A día de hoy seguro que hay coincidencia en que la visita al `Gafetafe' puede ser determinante para el devenir de la Liga. Salvando las sonrojantes actuaciones en Cornellà-El Prat y Los Cármenes -lo del Bernabeú parecía previsible-, los de Ernesto Valverde han completado partidos, como decíamos, serios más que vistosos, pero dejando la impronta de un equipo que está cogiendo poso, madurez y que cada vez concede menos facilidades al contrario. Un equipo fiable, que en un torneo de la regularidad, se antoja básico.

Ganar en el Coliseo Alfonso Pérez -incluso de manera injusta, permítanselo- no solo metería de lleno al vestuario en una dinámica positiva, en una de esas en las que hasta te sale todo, sino que invitaría a soñar. A soñar, a pesar del poco trayecto andado, con que esta temporada los leones puedan estar peleando hasta el final por estar en puestos europeos e ir decididamente a por esa cuarta posición que dejen libre Real Madrid, Barcelona y Atlético.

No hay duda de que hay plantilla, de que hay fondo de armario, de que hay alternativas no solo tácticas sino de jugadores, y de que por lo visto al resto de competidores directos, ninguno es superior a los bilbainos. Todos se van dejando pelos al pasar por cada gatera y la prueba evidente es que el Villarreal se tomaba este último partido con mucha seriedad, y apenas metió miedo, buena parte de culpa por el buen hacer de los leones. Otro tanto se puede decir de Valencia, Sevilla, Betis, Real Sociedad...

A estas alturas todavía existe debate sobre si Txingurri está buscando un once tipo y reconocible o se amolda a cada partido. Y la respuesta parece obvia. Más allá de que el técnico ha dado con la zaga que quiere -la temporada se les va a hacer larga a algunos defensas si no median lesiones o bajones físicos en los hoy titulares-, y que confía plenamente en hombres como Aduriz o Susaeta arriba, la clave para cada partido es la medular. Y aquí el de Viandar de la Vera ha dejado claro que busca lo mejor para cada jornada.

Valverde y sus variables

A nadie le extrañó que ante el Villarreal sentara a Herrera, y hasta sustituir a De Marcos por Beñat parecía una opción realista toda vez que se daba por hecha la dupla Itu-Rico para equilibrar al equipo e impedir las peligrosas contras levantinas. A nadie debería extrañarle que en Getafe apueste por el mismo once, para variar, pero que ante el Elche dé entrada a los `jugones' y de nuevo en el Vicente Calderón eche mano de los que ganaron al Villarreal. Eso sí, cada cual deberá ganarse estar en la siguiente alineación. Eso o que seas zurdo y entonces tendrás más probabilidades.

Valverde ya ha dado rienda suelta a todas las variables posibles en esa zona ancha del campo. De su habilidad y sabiduría dependerá su apuesta por De Marcos o Herrera, o Beñat, o que Ibai supla a Muniain, a tenor de cada partido y el estado de cada uno. Seguro que habrá minutos para todos, repartidos, porque ningún jugador se libra de los altibajos. El objetivo debe ser que varios a la vez encuentren su punto óptimo y lo mantengan el mayor tiempo posible, a la par que el menos habitual sostenga el nivel cuando le den la alternativa.

Partido a partido, responden los jugadores máxime cuando vienen de una temporada en la que se las prometían felices y se quedaron sin comer las perdices, pero entre la afición hay instalada esa ilusión de pelear -habrá que ver la Copa y sus cruces- esta vez sí en serio por entrar en Europa y no perder de vista esa cuarta plaza de Champions. Y no porque el Athletic esté desplegando un juego arrollador, sino porque se está haciendo acreedor a una fidelidad como equipo que, también es verdad, debe ratificar el lunes en Getafe. Hacer el canelo otra vez como ante Espanyol y Granada sería ya entonces como para pensárselo.