Las iniciativas en defensa de los derechos de los presos no cesan. Ayer, en Bilbo, una docena de personas representativas de la sociedad vasca compareció para anunciar la jornada que bajo el lema ``Ur jarioa'' se celebrará el 9 de noviembre en el centro cultural Astra, en Gernika, que servirá para definir y estructurar la que ya se prevé multitudinaria movilización del 11 de enero en las calles de la capital vizcaina.

El escritor Juan Ibarrondo y la abogada Begoña Zabala se encargaron de anunciar la convocatoria de la villa foral vizcaina, acompañados, entre otros, por el exconsejero de Justicia Joseba Azkarraga, la exjugadora del Athletic Eba Ferreira, el letrado Juanje Soria, el teólogo Félix Plácer, la profesora universitaria Amaia Nerekan, la integrante del movimiento feminista Elena Lakabe, el médico y antiguo parlamentario jeltzale Jesús Pérez de Viñaspre, y el sacerdote Román Landera.

No son los únicos apoyos a esa nueva iniciativa de Tantaz Tanta, ya que otras 32 mujeres y hombres respaldan la cita de Gernika, lista que esperan se amplíe día a día. El acto, de carácter público y popular, será un nuevo hito en la andadura del movimiento en favor de los derechos de presos y exiliados. Tal y como explicaron Zabala e Ibarrondo, la elección del lugar donde se desarrollará ``Ur jarioa'' no es baladí. Será Gernika, símbolo de la paz y las libertades, «para continuar un camino que conduzca a la resolución del conflicto, a una paz con derechos para todas y todos, a una paz sin vencedores ni vencidos», manifestaron.

El espacio que acogerá el acto -que comenzará a las 10.00, con intervención ante los medios de comunicación al mediodía- también es emblemático ya que se trata de la antigua fábrica de armas Astra, reconvertida por la sociedad civil, de forma horizontal y autogestionada, en fábrica social para la cultura. «Un lugar -enfatizaron- que habla por si mismo para expresar nuestros sentimientos, razones y anhelos».

Será en las renovadas instalaciones de Astra donde arrancará un camino que continuará en enero en el Botxo, donde una vez más, según las previsiones que ya efectúan desde Tantaz Tanta, «decenas de miles de gotas desbordarán las calles de Bilbao con un mar de esperanza. Decenas de miles de voluntades que renovarán, como las nieves renuevan cada año su compromiso con la primavera, nuestro compromiso por los derechos humanos, la resolución y la paz: Euskal presoak Euskal Herrira».

Los convocantes recordaron que la operación contra Herrira sirvió para constatar «que es imposible poner puertas al campo» y que ese movimiento «es algo más que un grupo de activistas por los derechos humanos». Incidieron en que la resolución del conflicto «exige abordar las consecuencias del mismo desde el mayor consenso social posible» y ahí está, en su opinión, la labor «considerable y tenaz» de Herrira.

«Tal vez por ello, quienes no estaban interesados en que la paz se afiance, la eligieron como objetivo de su desmesurada actuación. Sabían que tocando a Herrira tocaban un nervio sensible de la sociedad vasca», aunque apostillaron que la multitudinaria manifestación del 5 de octubre en la capital vizcaina mostró que no es posible «doblegar la firme voluntad de un pueblo desde la sinrazón de la fuerza».

De ahí que, en una semana en la que los derechos de los presos son protagonistas absolutos tras la esperada decisión de la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), hubieran decidido comparecer públicamente «dispuestos a dar testimonio y tomar relevo».

TEDH: «No será la última»

No obviaron la cita al fallo de la Corte Europea de Derechos Humano y advirtieron de que de no cambiar el Gobierno español la política penitenciaria de excepción, «a buen seguro, esta resolución no será la última. Ni por parte de este tribunal ni de otras instancias internacionales». En ese sentido, citaron que el Ejecutivo obvía e incumple recomendaciones de la ONU, UE y su propia legislación respecto a que las personas presas cumplan sus penas en cárceles cercanas a sus lugares de origen.

Zabala e Ibarrondo declararon que en la comunidad internacional y en el propio Estado español, como ya fue asumido por la inmensa mayoría de la sociedad vasca, se entiende que «no son de recibo medidas excepcionales, que vulneran los derechos humanos de las personas presas, tras dos años del cese definitivo de la actuación armada de ETA».

Por el contrario, tal y como defendieron quienes comparecieron para presentar el acto de Gernika, esta nueva situación generada por la decisión de la histórica organización clandestina exige nuevos pasos hacia la distensión y la paz. «El respeto a los derechos humanos de las personas presas es un mínimo inexcusable en ese sentido», apuntaron.