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Maite Soroa | msoroa@gara.net

Rematadamente mal

Esta semana la lupa nos ha salido monográfica, pero no podía ser de otra forma, pues no ha habido día en que los diarios impresos y digitales no nos hayan dejado unas cuantas perlas a cuenta de la sentencia de Estrasburgo. Hoy traemos a una habitual de tertulias venida a menos, Esther Esteban, quien en «Estrelladigital» se deja ir y pone de manifiesto de qué pasta está hecha la clase política y periodística infraebriana. Empieza diciendo, sobre el fallo europeo, que «sabíamos que iba a pasar» para añadir que «sabíamos que la doctrina Parot bordeaba la legalidad, es decir, que se ponía en cuestión el principio de irretroactividad que figura en la constitución y por eso a estas alturas de nada vale llorar por la leche derramada o insistir que esa doctrina fue una chapuza legal que ha servido sólo para retrasar unos años la puesta en libertad». O sea, que sabían que la doctrina «bordeaba» la legalidad, mejor dicho, que se ciscaba en ella, pero como les valía han ido tirando tirando hasta que Europa les ha puesto freno. A eso se le llama ser demócrata...

Pero no se crean que el mazazo de Estrasburgo les ha enseñado algo, qué va. Lean lo que dice la plumilla: «Llegados a este punto y una vez que no cabe ningún tipo de recurso a la decisión sobre la etarra Inés del Río, lo que hay que plantearse es que hacer para evitar que sigan el mismo camino más de medio centenar de peligrosos terroristas. De entrada hay que ganar tiempo y tomarse cada uno de los casos con parsimonia. Como se tendrán que ver uno a uno se podrán recurrir también uno a uno y ya se sabe eso de `pleitos tengas y los ganes' que reza la maldición». Es decir, seguir haciendo trampas, que es lo que al parecer que llevan en sus genes numantinos. En fin, Serafín.

Esteban dice que comparte «el dolor de las víctimas, su indignación, tras el `regalazo' que, en nombre de los derechos humanos el tribunal europeo le acaba de hacer a ETA», o sea que obligar a Madrid a que respete los derechos humanos es hacer un regalo a ETA, vaya, vaya. Frente a ello, opina que «el Gobierno tiene que actuar con contundencia». ¿Cómo? Pues garantizando que «no habrá ninguna modificación de la política penitenciaria». O sea, apostar por el sufrimiento. Ese es el nivel de la canallesca. Y lo más llamativo es que para concluir se hace esta pregunta: «¿Cómo hemos podido hacerlo tan rematadamente mal durante todo este tiempo?». ¿Y se lo pregunta? Lo dicho, no aprenden. Les volverán a zurrar.

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