El director general de Fagor Electrodomésticos, Sergio Treviño, comunicó ayer a la plantilla de Edesa que la fábrica no es viable por sí sola, de modo que se verá abocada a entrar en el concurso de acreedores que el Consejo Rector de la cooperativa va a solicitar en los próximos días. La noticia cayó como un jarro de agua fría entre las trabajadoras y trabajadores de la planta, cuyo futuro laboral vuelve a oscurecerse. Las muestras de enfado e impotencia fueron patentes entre quienes aguardaban expectantes a conocer el resultado del encuentro.

El golpe es más duro después del alivio que supuso para los empleados el anuncio efectuado hace tres días por el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, quien acudió en persona a Basauri para informar de la aportación de 3 millones en forma de avales. Aquella intervención, como las lógicas muestras de alegría que le acompañaron, obtuvo grandes titulares y fue ensalzada por el portavoz de Lakua, Josu Erkoreka, quien dijo atisbar «destellos de esperanza» en la medida adoptada por el mandatario vizcaino. Esos destellos fueron tan deslumbrantes que opacaron la cautela expresada por otros agentes, que vieron en la puesta en escena una búsqueda de réditos políticos que podría resultar contraproducente, no tanto para el porvenir de la factoría como para el ánimo de quienes han trabajado en ella. Y es que desde que Fagor Electrodomésticos entró en preconcurso de acreedores, hay quien ha apelado a la responsabilidad en la búsqueda de soluciones y quien ha mantenido una posición oscilante entre el desprecio a los cooperativistas y el populismo frívolo.

Desgraciadamente, los hechos han confirmado los peores augurios y Edesa correrá la misma suerte que el resto del grupo. En este contexto, la rueda de prensa convocada ayer por el propio José Luis Bilbao y el contenido de sus declaraciones constituyen una clara elusión de responsabilidades por parte de un gobernante que generó unas expectativas sin fundamento.