Ni modo de saberlo. Y su salud, dice, es secreto de estado. Así que la salud de Fidel ocupa y preocupa. A unos nos preocupa que falle. A otros les preocupa, y mucho, que la mantenga, y eso absorbe toda su atención democrática y pro derechos. Han dejado más de lado todavía el genocidio del pueblo palestino y la masacre del Líbano y, encantados con la posibilidad de que Fidel Castro desaparezca y a Raúl de un modo u otro lo desaparezcan, han vuelto esperanzados los ojos a Cuba.

Bueno, a Cuba, lo que se dice a Cuba, pues no. A donde los han vuelto ha sido a Miami, que es donde reside, pero sobre todo ejerce, y muy cómodamente, la disidencia cubana.

De Cuba sabemos poco. Alguna preguntilla a pie de calle del corresponsal de turno, de las que no dejan mucho eco, sobre todo porque no han encontrado al pueblo cubano dando brincos de alegría. Por miedo o así.

De Miami, en cambio, sabemos más. Allí si han brincado. En el regocijo del momento hubo quien aseguraba que cuando la prensa dice «se prevé que la recuperación será larga», quiere decir que está muerto y congelado (éste ya oyó de Franco). Pero sobre todo (muchas cámaras, muchos micros) hablaron hasta la saciedad de democracia y libertades. Y yo es que cuando oigo hablar de democracia y libertades desde y al amparo de EEUU no puedo dejar de sentir escalofríos y olor a pólvora.

El presidente de la FNCA hacía un llamamiento a dar un golpe, y a los militares cubanos a asumir el control. Lo que no es muy diferente a hacer un llamamiento al derramamiento de sangre, porque hay miles y miles de cubanos que quieren la Cuba que han construido y están dispuestos además a defenderla, y otros miles a los que quizá no les guste mucho cómo está, pero se dejarán la vida antes que verla en manos ajenas. Y los que ahora mismo tienen decidido ya el futuro «democrático» de Cuba lo han hecho sin ellos y a pesar de ellos.

Desde Miami también la clarificadora imagen del anciano cubano golpeando un periódico con la caricatura de Raúl Castro: «¡éste sí que es sanguinario, éste es mucho más sanguinario que Fidel!», mientras lucía orgulloso una visera con una enorme bandera de EEUU. Tan acertado el hombre en sus conceptos. Clarificadoras también las palabras del presidente de la FNCA al decir que Cuba debe recuperar las libertades. ¿«Recuperarlas»? ¿De dónde? ¿De antes de Fidel? Las de Batista, entonces. También fue un presidente no electo pero con el beneplácito de EEUU. Que obtuvo, claro, el control del 50% de la indus-tria petrolera, el 80% de los servicios públicos, el 90% de las minas y otras muchasŠ libertades. -