Iruñea 3, 4 y 5 de agosto, Encuentro Nacional de Jóvenes Cristianos con motivo del V Centenario de Francisco Javier. Dos mil integrantes del grupo «Amo a Laura» pululan por nuestras calles. Salvando distancias, hoy me encuentro más solidario con los libaneses invadidos por los israelíes.

¿Por qué este castigo de los dioses? ¿Qué horrorosos pecados habrán cometido nuestros ancestros para que nos invada esta plaga de jóvenes felices con guitarra?

El viernes en la plaza del Ayuntamiento de Iruñea pudimos contemplar un espectáculo inenarrable: cientos de jóvenes con síntomas de idiocia rodeaban la puerta del consistorio. En ella, algunas de nuestras autoridades civiles y eclesiásticas daban pequeños saltitos al grito de «ésta es la juventud del Papa», «que bote todo el mundo», «que boten los obispos, que boten los obispos». Tan solícitos ellos, no defraudaron a la muchachada y, sin ningún tipo de rubor ni dignidad, cumplieron. Vimos botar, entre risitas, a la inefable alcaldesa Yolanda Barcina y a los preclaros pastores de la Iglesia. Entre ellos destacaban el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez; Fernando Sebastián, el nuestro; y el imponderable Antonio Cañizares, el de la unidad inquebrantable de España. Lo de éste no tiene desperdicio, es «hinchante» como diría mi abuela. Sus últimas declaraciones: «las comunidades que pidan una especie de autodeterminación o una autodeterminación plena tendrán que buscar unas señas de identidad que ya no serán identidad cristiana, porque ésta es unificadora». Ya lo sabéis corazones, por el imperio hacia Dios. Ergo, a menos imperio, menos Dios.

Echamos en falta la presencia de Rouco Varela, azote del «laicismo ideológico que opta por el método sociológico de la dictadura del relativismo». De éste un amigo me dice que es un caso de doble personalidad. Está convencido que Paco Clavel, aquél de la movida madrileña de los 80 que inventó el cutre-lux, y monseñor son la misma persona, «si no, ¿por qué nunca se les ha visto juntos?», sentencia.

Están programados actos igualmente edificantes en otros tantos lugares de la vieja Iruñea. La apoteosis llegará en Javier. Parece que buscan a un tal Jesús. Nos esperan tres días y tres noches de paciencia y contención de los más naturales deseos entre gente normal. Todo sea por la tregua. -