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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-08-06
Fernando Tapia Alberdi (*)
La eurociudad vasca, una tarea de todos

Una vez más el Sr. Elorza se viste de víctima. Esta vez se inventa un veto que, al parecer, la Diputación Foral de Gipuzkoa habría impuesto al Ayuntamiento de Donostia para su incorporación a la Agencia Transfronteriza para el desarrollo de la Eurociudad Vasca.

Cuando, en 1993, las instituciones de ambos lados del Bidasoa iniciaron el proyecto que dieron en llamar Eurociudad Vasca, pusieron de manifiesto una voluntad de vivir sin fronteras, un propósito de propiciar el contacto entre ambas ciudadanías de manera que el resultado de la interacción de sus diferencias y su diversidad sea una nueva realidad metropolitana que responda a los retos de la nueva Europa que viene, cuyos protagonistas serán las ciudades y las regiones y que superará la actual Europa de los estados.

La tarea no era, ni lo es hoy, fácil. La disfuncionalidad competencial que existe entre las instituciones de uno y otro lado para hacer frente, entre otras cuestiones, a la unificación de dos sistemas de transporte que funcionan con una anticuada lógica de fronteras, así como el desconocimiento mutuo de los responsables y de sus respectivas administraciones, que aún hoy subsisten en algunos niveles, añaden obstáculos que complican aún más la cooperación.

Sin embargo, los datos indican que, a pesar de las dificultades, el territorio de la Eurociudad Vasca es un espacio que los ciudadanos, con sus hábitos de ocio y prácticas culturales, han empezado a configurar, lo consideran como propio y les parece natural desplazarse dentro de él. Por eso podemos decir que, efectivamente, la Eurociudad Vasca avanza. Más de la mitad de la población muestra una opinión positiva ante la idea de conformación de esta metrópoli transfronteriza, según los primeros resultados de la investigación que la Facultad de Humanidades de la Universidad de Deusto está realizando desde el pasado año. Es éste un dato fundamental porque la conformación de una nueva metrópoli, además de hacerse al servicio de los ciudadanos y las ciudadanas, la deben hacer ellos y ellas. A las instituciones nos corresponde crear las condiciones necesarias, pero si la sociedad civil, los agentes privados y las personas no hacen suyo el proyecto, éste de poco nos va a servir.

La Eurociudad Vasca, por tanto, avanza. Y eso al Sr. Elorza le duele. En ese marco podemos entender las declaraciones efectuadas por el Sr. Elorza manifestando que Donostia quiere ser miembro de pleno derecho de la Agencia Transfronteriza, y acusa a la Diputación Foral de vetar su entrada. Esas afirmaciones son falsas. De hecho, y en contra de lo que el Alcalde dice, la Asamblea Anual de la Agencia, celebrada el día 13 de junio pasado, aprobó invitar no sólo a Donostia, sino a las demás instituciones territoriales del ámbito de la Eurociudad Vasca a participar en un proceso de refundación de la Agencia, en la que se replantearán desde la forma jurídica hasta la financiación, pasando por los procedi- mientos de toma de decisión, distribución de tareas operativas, etc.

Pero ocurre, además, que la Agencia Transfronteriza no es la única herramienta de la que la Diputación Foral se ha dotado para dar impulso a la Eurociudad Vasca. El pasado año firmó un convenio de colaboración con el Consejo General de los Pirineos Atlánticos; impulsa, junto con el Gobierno Vasco, la creación de una conferencia institucional para el desarrollo de la cooperación transfronteriza de proximidad; colabora con éste en la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, cuenta con una línea de ayudas a la celebración de eventos de carácter transfronterizo...

Y es que la Eurociudad Vasca no es patrimonio de nadie, sino que se construye en beneficio de todos. Y a todas las instituciones nos corresponde contribuir, también al Ayuntamiento de Donostia, al menos si coincidimos en la bondad del proyecto. El consorcio Bidasoa-Txingudi también contribuye, prestando su colaboración, a la consolidación de la Eurociudad Vasca; las cámaras de comercio de Baiona y de Gipuzkoa mantienen desde hace tiempo fructíferas relaciones de cooperación; son múltiples los clubes deportivos que colaboran habitualmente con independencia de sus respectivas adscripciones a federaciones distintas...

Con estas líneas quiero animar a las instituciones públicas, a las asociaciones privadas, a la sociedad civil, en fin, a todos los ciudadanos y ciudadanas de ese territorio que llamamos Eurociudad Vasca a que, por encima de las dificultades de comunicación demos entre todos el impulso definitivo a esta nueva comunidad multicultural, pero con una raíces comunes que se hunden en la cultura vasca y en el euskera, nuestro patrimonio común. Tal vez ahí residirá nuestra identidad co- lectiva, probablemente compartida con otras identidades personales y con otros símbolos añadidos a los que ya tenemos. Pero eso sí, Sr. Elorza: sin vetos. -

(*) Diputado foral para las Relaciones Sociales e Institucionales de Gipuzkoa


 
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