Era el 5 de noviembre de 1991 y se disputaba el partido de vuelta de la segunda ronda de la UEFA de la temporada 1991/1992. Osasuna repetía el premio de participar en la competición europea tras una liga brillante de la mano de Pedro Mari Zabalza. Tras superar en la primera eliminatoria al Slavia de Sofía, a los rojillos les había tocado un hueso duro de roer, el Stuttgart alemán, que por aquellas fechas comandaba la Bundesliga y estaba plagado de internacionales.

El desequilibrio entre ambas plantillas parecía insalvable para los rojillos, sobre todo después de haber empatado a cero en el choque de la ida. El Neckarstadion se preparó para presenciar el trámite de la previsible victoria de sus inquilinos, pero el encuentro se transformó en una auténtica trage- dia griega para los teutones.

Quince años después un episodio con tintes muy similares vuelve a repetirse. Ahora también el favoritismo recae del lado del Hamburgo, pero con la diferencia de que el actual plantel osasunista ya no va de víctima. O al menos así lo cree el héroe de aquella ahora lejana e histórica noche rojilla, el polaco Jan Urban.

«Íbamos de humildes»

«Por aquel entonces íbamos de humildes ­recuerda el ex delantero osasunista­, cosa que ahora no tiene por qué ser así, el equipo debe creer en sus posibilidades porque no es peor que los alemanes. Lo único que me preocupa es el estado de forma en el que estarán los jugadores porque el Hamburgo ya lleva compitiendo oficialmente y puede que esté más rodado».

Urban, que fue fichado del Gornik dos años antes, ya había dado muestras de su calidad en la competición liguera ­humilló con tres goles suyos al Real Madrid en campo propio­, pero se consagró en el estadio alemán anotando dos de las dianas con las que Osasuna se adelantó en el Neckarstadion con un sorprendente 0-3. El ahora integrante del staff técnico del club rojillo cree que la actual plantilla «tiene muchos más argumentos que aquélla para enfrentarse a cualquier tipo de fútbol y rival». En este sentido, Urban esgrime que puede medirse «con equipos de gran nivel técnico y con otros de carácter más físico. El Osasuna de hoy día sabe jugar duro y fuerte, pero también mantener el balón y llevar el peso del partido».

Además está la necesidad de quitarse el mal sabor de boca que dejó la temprana eliminación europea del año pasado ante el Rennes, una circunstancia «que tiene que haber dejado huella porque siguen en la disciplina del club la mayoría de aquellos jugadores que la padecieron. Debe habernos servido de experiencia que en Europa se debe jugar con el marcador, teníamos un 1-1, que era un buen resultado y nos lanzamos al ataque como si fuera la Liga y quisiéramos conseguir los tres puntos. No podemos encajar goles a la contra cuando jugamos fuera de casa», apostilla Urban.

Reeditar el espíritu de Stuttgart requerirá de hombres que, como el polaco, sepan marcar diferencias y echarse al equipo a sus espaldas. «Confío en que Milosevic nos pueda ofrecer la tranquilidad que nos dio contra el Real Madrid en el Bernabéu, un sosiego que él sabe contagiar al resto del equipo. Y tengo fe en gente experimentada, como Patxi Puñal, al que con su trayectoria de muchos años en el fútbol no le sorprende ningún rival ni le puede la presión de un gran estadio», apela.

Tras la hazaña de Stuttgart, Osasuna ya no pudo continuar subiendo en el escalafón al tocarle en suerte el que a la postre sería campeón del torneo, el Ajax de Louis van Gaal, integrado, entre otros, por los hermanos De Boer, Dennis Bergkamp y Danny Blind. Cobrarse cumplida venganza ante los holandeses, esta vez en la fase de grupos de la Liga de Campeones, sería el mejor síntoma de que la historia habría vuelto a repetirse gratamente quince años más tarde. -

IRUÑEA