Guillermo Toledo y Alberto San Juan aparecieron en Cuatro haciendo en competición un arroz cada uno, en una especie de competición donde juegan el tiempo, los rasgos y ritmos y la presentación del plato. Es uno de los varios programas que este canal tiene dedicados a cocinar en forma de apuestas, concursos, competiciones, que intentan darle una vuelta al típico programa de platos enseñados por cocineros sabios, resabiados, chistosos o simplemente incisivos. Desde aquella canción de cabecera de programa, "siempre que llegas a casa, me encuentras en la cocina, con las manos en la masa", hasta hoy, el número de platos que se han sido emitidos por todas las cadenas de televisión es como para que cualquier telespectador medio sea un experto en sopas, arroces, pescados al horno o salsas de acompañamiento frías o calientes.

La insistencia en las cadenas por mantener este tipo de programa, y son muchos, a todas las horas, con todos los formatos, quizás con la primera estatal como campeona de la exageración y redundancia, es que son programas de producción barata, que siempre interesan a quien está perdido en la televisión a la hora que sea de la mañana o de la tarde y que encuentran, además, patrocinadores directos, ya sea en muebles de cocina, marcas de aceite, instrumental vario para las labores o productos pre o post cocinados. Es un mercado con muchos puntos de venta. Nunca están en horarios de prime time. Pero son programas rentables.

A lo que íbamos, los dos amigos, socios, actores, cada uno con un estilo que dejaba ver a las claras su carácter, ya que es en la cocina donde somos más nosotros mismos. Desde la aparente lentitud y meticulosidad de San Juan, hasta el desparpajo cortando los cefalópodos de Toledo, hasta la propia receta elegida, nos daban dos muestras de acercarse a los arroces. Con cambio de objetivo sobre la marcha, es decir, quería ser caldoso pero resultó seco. Los especialistas que presentan y enjuician, dan buenas vibraciones, sus comentarios son jugosos y aportan conocimientos añadidos, y siempre gana alguien por poco, porque se trata de un juego, aunque el premio sea una garrafa de buen aceite de oliva extra. -