Tengo sentimientos indefinidos y confusos ante lo que es y no debe ser, es decir, tregua pero menos, más castigo y penas de muerte a los ya castigados y tiempo e ilusiones perdidas para todos en comprobaciones interminables.

En el país del nunca jamás de la monarquía impuesta, eternamente hereditaria y de leyes a medida que impiden una oposición real o que gratifica los servicios cumplidos en actos de muy dudosa legalidad, algo atufa a cloaca, y eso me confunde más que los medios que, conociéndose servidores de la extrema derecha, siguen erre que erre contra todo, insistiendo en que lo del 11-M fue lo que ellos quieren que sea, aunque más lamentable me parece verles defender la piscina privada de su amo.

A mí, que me cuesta ver con nitidez, me ponen en claro-oscuros lo que me interesa de este país de adopción forzada. Aún no sé qué es eso de un proceso inmóvil, que alguien me aclare lo del macrosumario del 18/98 o la Ley de Partidos a medida de estados golpistas, qué es eso de que todo marcha bien mientras nuestras industrias miran hacia el Este de Europa, el paro en personas mayores se enquista o cuando las condiciones laborales han empeorado por la precariedad y calidad de los contratos, sin hablar de los accidentes laborales. Querría saber por qué no hay tanta riqueza para promover actuaciones de justicia social cuando los bancos ganan cifras multimillonarias al año, no sé cómo puede haber más pobreza si los ricos son más ricos y son insaciables y ajenos al resto de súbditos de no sé quién ni por qué.

Pero estoy muy confuso por la aplicación e interpretación de las leyes a medida para castigar, perseguir, reprimir o lo que tercie, eso sí, sigilosamente. Leyes para poder contaminar o que permiten compraventas de derechos para ello, actuaciones costeras contra la propia Ley de Costas; en fin, todo indefinido y confuso, aunque plañideras y besamanos no faltarán, ni grandes hermanos y periodistas alcahuetes de lo ajeno que, haciéndonos partícipes de su juego, nos obligan a mirar a otro lado. Aquí nada es ajeno a lo que nos toca vivir y el interés en hacernos creer que la vida que nos corresponde sólo va unida a esa libertad en hurgar en lo banal y olvidarnos de lo que realmente nos afecta, es más algo premeditado que casual.

Me interesa hablar de emigración y sociedad, de libertad de opinión y elección, de la sequía, de la unidad territorial, de condiciones laborales y derechos culturales y sociales en Euskal Herria, de las personas... pero esto no interesa y prima lo confuso de las noticias elaboradas y proyectadas, y así nuestras ideas se pierden en lo remoto de lo ofrecido. El sistema sabe utilizarnos y confundirnos perversamente, tiene medios y mucho tiempo, ¿verdad, señor Zapatero? -