Las calles de Donostia fueron ayer un hervidero humano en el que se exigió por enésima vez que se respeten los derechos que corresponden a todas las personas que conforman el Colectivo de Presos Políticos Vascos. Desde primera hora de la tarde, la calle Matía, en el barrio del Antiguo, se convirtió en el punto de reunión de las miles de personas que se desplazaron hasta la capital guipuzcoana en defensa de los represaliados.Apoyadas contra las puertas de la iglesia de San Sebastián aguardaban más de seiscientas fotografías. En cada una, un nombre, dos apellidos y una población. Más de seiscientos ciudadanos y ciudadanas de EuskalHerria que se encuentran encarceladas y, en su inmensa mayoría, dispersadas por decenas y decenas de cárceles de los estados español y francés. Muchas veces, a más de 1.000 kilómetros de su lugar de origen.
Pero sus imágenes no estuvieron solas duraron mucho tiempo. Poco a poco, gentes de todas las edades se acercaban, tomaban una en sus manos y la alzaban. Tal y como dijeron en el acto final, sin agachar la cabeza. Los portadores de las fotografías fueron ocupando su lugar, por delante de la pancarta. Conformaron cuatro larguísimas filas.
Como una metáfora de su situación, durante mucho tiempo tuvieron que aguardar dentro del túnel del Antiguo. Pero en el otro extremo había luz, una tarde radiante. Y no tardarían en abandonar la oscuridad. Por delante, los encargados de abrir la marcha eran un grupo de joaldunes. Por detrás, una pancarta con el lema «Euskalpresoak Euskal Herrira dagozkion eskubide guztien jabe», que fue portada por algunos representantes del medio centenar de agentes sindicales y sociales que conforman el Foro de Ibaeta.
La lista de rostros conocidos sería imposible de enumerar. Tampoco faltaron representantes políticos de Batasuna, el grupo parlamentario Ezker Abertzalea, Aralar y ANV. Había más pancartas en los alrededores. Por su tamaño, destacaba la que colgaba de la parte superior del túnel: «Euskal Herriak amnistia eta askatasuna behar ditu».
La manifestación arrancó sobre las 17.45. Los asistentes pasaban bajo una gran ikurriña que un hombre mantenía suspendida desde los jardines del Palacio Miramar. La acera y el bidegorri del Paseo de la Concha estaban repletos de gente que aplaudía sin cesar mientras esperaba para incorporarse a la marcha.
Al final de la fila de imágenes, sobre un pedestal portado por cuatro personas, se podía ver una fotografía de gran tamaño de Iñaki de Juana y a cuyo pie se recordaban los 62 días de huelga de hambre que cumplió ayer el preso donostiarra.
Durante todo el recorrido se repitieron lemas como «Euskal presoak etxera», «Presoak kalera, amnistia osoa», Aministiarik gabe, pakerik ez» o «Iñaki askatu». En la parte media de la manifestación se pudieron ver otras dos pancartas, portadas por integrantes de Etxerat y Askatasuna, en las que se exigía la puesta en libertad de aquellos represaliados que están gravemente enfermos o que ya han cumplido su condena.
Once solidarios, once letras
La cabecera tardó una hora en completar el recorrido por el centro de la ciudad y arribar al Ayuntamiento donostiarra. Allí, sobre el tablado instalado junto a uno de sus laterales, el sonido de una txalaparta daba la bienvenida a los asistentes. En la terraza del Consistorio, once solidarios portaban once letras para componer el lema «Iñaki askatu». La ex presa Itziar Garlardi tomó el micrófono para presentar el acto final, que arrancó con los versos de Xabier Amuriza, Xabier Silveira y Jon Maia. A renglón seguido se dio lectura al manifiesto suscrito por el Foro de Ibaeta, que fue leído en euskara, castellano y francés.
El colofón lo puso una integrante de Etxerat, que portaba la imagen del preso hernaniarra Imanol Miner. Se acercó al micrófono y lanzó al aire un sentido irrintzi, destinado a ser escuchado por todos aquellos que se hallan en un oscura celda o exiliados a lo largo y ancho de todo el mundo. -
